22 diciembre 2009

Gelatina

"pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió"
H. Manzi


Las sociedades somos lo que sus grupos en interacción producen, y lo que ellos en interacción con un medio que modifican permanentemente también construyen. Las sociedades, su gente, se producen y reproducen en un contexto específico que al mismo tiempo tienden, lentamente, a cambiar.
Por ejemplo, diría que un argentino hoy es algo totalmente distinto a un argentino hace 50 años. Y hace 50 años, el argentino era distinto porque la Argentina era distinta (lo cual implica que esa Argentina distinta producía argentinos distintos, y así indefinidamente, pseudohegelianísticamente hablando). El argentino, se puede decir, se produce a sí mismo. Uy.
En  una combinación única de prácticas, azares, consecuencias cantadas, idiosincrasia, contexto internacional y regional, las nuevas modalidades del ser nacional, la certeza de un futuro incierto (a la lista de oximoron) y su gente en general y alguna gente en particular, la Argentina a las entradas del siglo XXI es quizás, la parodia de lo que iba a ser durante el siglo XX.
Una vez como tragedia y otra vez como farsa.
A las entradas del siglo XXI, el pasado combativo y de lucha, orgullo de nuestra historia (no la oficial, que esa va a seguir contando cómo se suceden los gobiernos contando sin nombre -cuando amerite- alguno que otro muerto en la calle) se diluyó de la misma manera en que empezó a ser -de golpe y porrazo- extemporáneo el lenguaje cotidiano: ¿pueblo? ¿eso viene a ser tipo qué, che? 


[Hay términos que hoy sólo se dicen con vergüenza o pidiendo perdón o sólo aludiendo al pasado: pueblo, popular, luchas populares. Comunista, revolucionario, clase obrera. Otros sirven tal cual eran, que es lo mismo que decir que siguen igual a sí mismos: fascismo, liberalismo, socialismo, libertad de mercado. Y otros se resignificaron adquiriendo otras connotaciones: democracia, Nación, campo nacional-popular, sindicato, política.
Y peronismo, siempre ejemplo para todas y cada una de las categorías].





Estos nuevos modos de la política no son, claro, exclusivamente locales, sino que acompañan también cambios a nivel global. Mucho y claro se escribió sobre el corto siglo XX de entre el 14 y el 90, y no tan claro sobre el después, pero usando las categorías que nos ofrece la sociomercaditología, se puede decir que después de la caída del muro nos quedamos pataleando en el aire.  Vanos y escasos resultan hasta ahora los esfuerzos de los verdaderos militantes para revertir esta percepción hegemónica que fue instalándose y afirmó su cimiento sobre un espectro político que la izquierda y el movimiento nacional-popular abandonaron, o al que no supieron dar respuesta (y a cuya derrota el contexto internacional contribuyó con su nada desdeñable aporte de la paredcita que se vino abajo). Ni los nuevos movimientos de resistencia global, ni los laclaunianos grupos identitarios que encontrarían la canalización de sus demandas en demandas contrahegemónicas más amplias, ni los viejos movimientos sociales, ni los viejos ni nuevos partidos políticos logran articular, hoy, un discurso contrahegemónico, o -como decíamos en aquella época- emancipatorios.



Otro mundo ¿es posible? 

("millones de personas pensando sólo en si mismas, ¿es el único camino? ¡No!", reza nada menos que una propaganda de whisky, demostrando que ser distintos es levantar a la chica linda para que no se moje sus bonitos pies en un día de lluvia).
A las entradas del siglo XXI, la "virtud" mayor que esgrime la política sigue siendo el no tener nada que ver con la política.
Las versiones vernáculas siempre son expresiones extremas (porque nos gusta ser modelos: si privatizamos -mal- tenemos que ser el modelo de cómo hay que -mal- privatizar. Si hay corrupción, tenemos que ser el modelo de país corrupto. Si salimos a la calle, nadie como el pueblo argentino para salir a la calle, si nos hacen enojar nos hacemos escuchar, y así.
Así, la política como empresa (y no como vocación o como acción) está representada directamente con nuestro empresario modelo:
"El PRO es un espacio pragmático, que convoca a gente que nunca hizo política, de distintos partidos, buscando soluciones" y que no quiere "dar debates con fantasmas del pasado, que no sirve para nada", Macri dixit, sin necesidad de avisar que eso es una virtud (ay, si por lo menos pudieran manejar la ironía).
En su opuesto, en la posibilidad de encontrar nuevamente la política, una tibia demanda ambigua, unos caminos equívocos que no terminan de tomar forma.
Por culposidad generacional sólo pretendemos disculpas, por idiosincracia nacional nos hacemos los boludos o nos cobramos los méritos (según el caso) y por desconcierto epocal sólo balbuceamos unas pocas palabras levantando tímidamente el dedo. 


[Raras épocas para los que nacimos en los sesentas, estas épocas. Y en estos lares, como si fuera poco. Y de "estos palos", por decirlo sociomercaditológicamente. Al brasuca le encanta la expresión "del palo", nosotros-astillas desparramadas por doquier que se cruzan, se encuentran, se reconocen como partes. Nosotros del cordobazo sólo escuchamos hablar; éramos muy pendejos cuando oímos de los montos o los perros y niños cuando escuchamos el Comunicado número 1. Generaciones posteriores nos dirían que nosotros, por lo menos, supimos lo que era vivir en dictadura, y salir de ella. Que ellos ni eso. Pero de ellos mejor que hablen ellos mismos, que son distintos de este triste nosotros desolado, a la intemperie, con el hilito del globo colgando de la mano como si todavía esperáramos que lo vuelvan a inflar. Qué boludos].


Lo que hoy somos lo construimos persistentemente durante todo el siglo XX, sumando y restando de lo que nos ofreciera el resto del mundo, eligiendo algunos caminos y otros sólo tomándolos, sin darnos cuenta de las encrucijadas. Habrá que hacerse cargo.
A lo que venga, que es nuevo, habrá que  reconocerlo como nuevo. Pretender que es sólo una versión del pasado sólo nos desafiaría a gestionar los restos. ¿Acaso se agotaría el futuro  con la gestión de los restos del pasado?

12 diciembre 2009

Los virus ideológicos

Un fantasma recorre la Argentina. El fantasma de la guerrilla  trotsko-leninista . Y ese fantasma -amenazador, presente, revanchista- es el que, moviéndose como un pez en el agua en el orden caótico y anárquico en el que vivimos, quiere, de nuevo, echar por tierra los principios democráticos y republicanos fundamentales de Seguridad y Orden y de Defensa de los Principios del Estado.
A esto no se llegó por casualidad, no señor. Esto es producto de años de quietismo en las políticas represivas del Estado, las mismas que hoy los propios gobernantes proponen inhibir, rodeados de -y siendo ellos mismos- gente contagiada o productora de este virus ideológico, que planea quedarse con el poder eternamente para instaurar un país comunista. No fue azar de una sociedad decadente. 
Son años de entrenamiento militar, ideológico y político de una secta que nuevamente, arremete contra el orden institucional y a la que es crucial aniquilar antes de que de nuevo sea demasiado tarde. 
Y esas señoras -tan poquitas, tan ancianas que hasta uno podría enternecerse pero ¡no! ¡no hay que dejarse engañar!- que el jueves dieron su vuelta nuevamente a la Plaza, que persisten como si no se dieran cuenta de que algo ha pasado en este país, (¡¡pidiendo justicia!!! es el colmo que pongan en sus bocas términos tan legítimos para nuestro orden, para que se encarcele a los patriotas) porque sus hijos quién sabe dónde -pero seguramente en Europa- estarán procreando hoy mismo también pequeños guerrilleros que atentarán contra nuestra seguridad futura.
No entiendo cómo algunos no lo ven, pero por suerte son pocos. La gente de Argentina está indignada, crispada por el mundo clamando por el tema de la inseguridad, reclaman que maten a los gangster. Este país se deshace por la cobardía de todos, estamos demoliendo este país magnífico que tenemos y todo por desarmar a los militares, por no darle a la policía carta libre para que combata el crimen, la guerrilla y este virus ideológico que produjo lo que todos sabemos que tenemos.

Si no entendemos esto no podemos progresar como país. Lo entiende por ejemplo el patriota Menéndez que nunca dejó de entenderlo y por eso está donde está ahora, por servir a la Patria. Una medalla habría que darle y estos montoneros lo ponen en la cárcel, para que quede claro de qué lado están.
Hay que censurar los manuales actuales de sociales de las escuelas de nuestra queridísima y amenazada Ciudad, volver a la vieja educación Moral y Cívica que nunca deberíamos haber abandonado, instruir a nuestros niños para entiendan que, si este país está como está, es porque la guerrilla finalmente triunfó, porque estamos rodeados, porque el comunismo sigue siendo como un pulpo, que expande sus tentáculos por todos lados.
Y te corté.

08 diciembre 2009

Sentimientos primarios

Creía que lo que me había pasado con Ceci y su cumpleaños sorpresa número 40 (eso debe estar mal escrito, porque pareciera que Ceci tuvo cuarenta cumpleaños sorpresa, cuando en realidad fue su cumpleaños número 40, que fue toda una sorpresa) había sido un episodio feo. Sin llegar a sentir culpa, confieso que aquello me dejó cierta amarga sensación.
Pero lo que me acaba de pasar no lo voy a poder remontar nunca. Tengo cuarenta y cuatro años. "Casi cuarenta y cinco", dice la guacha de mi hija para provocarme, lo que en un cálculo fácil indica que terminé la primaria hace treinta y dos años. Treinta y dos años atrás yo andaba por mi primer vida (calculo que voy por la cuarta),


[un colegio privado de colectividad (es decir, un termo adentro de otro), una infancia olvidable, un altillo con cosas viejas, una hermana molesta y una timidez que lindaba con el autismo. Mis doce en el 77, el miedo familiar de una clase media inmigrante que no veía por qué meterse a opinar sobre nada, mi tío viendo inexorablemente "Combate" a la hora de la cena, el diálogo bilingüe en la mesa. El 24 de marzo del año anterior grababa de la radio, con un flamante y novedoso grabador que mi viejo había traído, el discurso de Videla, presintiendo que era un momento histórico. En la misma cinta, Lalo había grabado a escondidas unas groserías que jamás en mi vida había escuchado, y que claro, yo rebobinaba una y otra vez, escuchando intercalados el Comunicado Número Uno de la Junta con una versión guarrísima de "A media luz"].


y tenía una compañera que apenas recuerdo que se llamaba -se llama, acabo de confirmarlo- Claudia S. Recuerdo de ella unos ojos y un pelo negrísimos y hermosos.
-Hola, Gra? Soy Claudia S., de la primaria  ¿te acordás de mí?
Silencio de radio. Yo apenas me doy cuenta de lo que pasa, pero la parte más intuitiva -y más instintivamente fóbica- de mí sólo quiere huir. Yo, como creo que a los instintos hay que atenderlos, busco la forma y en un primer impulso se me ocurren simultáneamente las cosas más pelotudas para responder ("no mirá, sufrí un accidente y no me acuerdo ni de mí"; "¿Claudia? ¡¡sos vos, cretina!! te estuve buscando por todos lados"; "¿primaria? si yo la primaria no la hice porque estaba en un instituto de menores"), o hacer (cortar; romper el teléfono; fingir que algo tremendo pasa haciendo ruidos terribles), pero lo pienso mejor y  respondo, sensatamente:
-Sí, claro que me acuerdo... ¡¡que increíble!!
Siguió una verborragia por su parte que incluía un listado de nombres, oficios y trabajos -algunos dignos de mencionar como gerente en una multinacional o médico-, matrimonios e hijos de ella y otros, éxitos varios, intercalados por breves "qué increíble"s míos, que no hacían sino aumentar el entusiasmo de Claudia S. por seguir contándome de Carlitos, que vive en Miami y le va tan bien.


En el '78 al flaco lo secuestró el grupo de tareas de Guglielminetti y yo promediaba mi primer año de secundaria cantando veinticinco millones de argentinos, con la alegría de un pueblo feliz y pacífico. En el Banco, donde lo tenían secuestrado, los milicos alternaban -siempre haciendo patria- el festejo de los goles con la picana. En mi escuela la foto de Videla nos observaba a diario. Unos años después su foto fue reemplazada por la de Viola, y así.
-Ay, te separaste, qué lástima.


Si hay algo que no es una lástima en mi vida (más de unx estará de acuerdo conmigo) es haberme separado (como tampoco fue lástima haberme casado, no se vaya a creer). Pero Claudia S. va mostrando, despacito, sus puntos de vista.


-A mi nena la estoy mandando al sacrosantísimo de la reverenda, ¿viste? Es un ambiente tranquilo, sabés quiénes son sus compañeros, yo estoy más tranquila.
Cuando estaba en tercer año me descubrí siendo comunista o símil, sin terminar de entender bien qué era. El fascismo pronunciado de un profesor de cívica (jefe de un  movimiento político nazistoide, el derechista nacionalista constitucional) me terminó de moldear en un espectro que -iba a saber más tarde- se denominaba izquierda. Dejé de ser hereje cuando supe que era atea y empecé a leer lo que caía en mis manos.


-A Lalo le va rebien, es uno de los que veo cada tanto. Cuatro hijos tiene... ¿sabías que es policía? 
Cuando terminé quinto año  fui a la marcha de la multipartidaria, escapada de la vista de mi viejo que me hubiera matado antes que dejarme ir. Nunca había estado en ninguna manifestación, nunca había visto un carro de asalto y jamás había respirado gases lacrimógenos. Ese día murió Dalmiro Flores en la represión y yo me llevé el susto más grande de mi vida, aumentado al día siguiente cuando leí la noticia. Creo que mi papá algo sospechó, porque empezó a marcarme más de cerca.


-Betty (y sí, soy del '65, en mi generación había esos nombres) se casó con un un tipo de los medios, ¿viste? resulta que están re bien. Él es uno de los directivos de la Editorial Atlántida.
En 1979, ante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,  convocados por las denuncias de graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen militar y atentos a las campañas de las organizaciones en el exterior, la revista Para Tí contraatacaba editando  unas postales, en lugar de sus habituales fichas de cocina, serie publicada bajo el rótulo "Defienda su Argentina".

Me habló de Adrián, que estaba pelado y de Martín que tiene un negocio de colchones. De los viejos tiempos, de reencontrarnos, de saber  unos de otros. Me contó que el grande de Roxana había empezado el CBC pero se fue despavorido. En la Universidad de Buenos Aires hay tanta política, tanto zurdaje. Mejor que los chicos no estén en nada.


Yo escuchaba sabiendo que esta vez estaba en otro termo. Cuando Claudia S. había hablado unos minutos, yo había preparado un incontestable "justo ese día tengo un asado en una quinta", que no me hacía quedar mal y era más amable que mi desaparición ante Ceci. Pero a medida que la conversación iba avanzando, sentía -de nuevo- esa sensación de odio, esa irascibilidad que me mete todo el tiempo en tantos problemas.


Cuando me preguntó sobre mi vida le dije que mejor desde que me estaba recuperando de una enfermedad complicada (apenas dejé asomar el concepto "transmisión sexual" una sola vez, como cediendo ante su curiosidad) y que vivía en pareja con otra mujer, pero que sólo estaba probando a ver qué onda. Hizo una exclamación y recién en ese momento me acordé de su cara completa, cuando una vez, saliendo de un hospital donde habíamos ido a vacunarnos, una vieja se nos acercó pidiendo una moneda. Ella dijo de una manera contenida "no tenemos" y agregó inmediatamente por lo bajo: "qué asco". La vieja iba llorando.


La conversación no iba a durar mucho más. Estoy segura de que no volverá a llamarme y de que la promoción 77 del primario, cuando se junte el sábado que viene después de treinta y dos años, va a comentar regodeándose sobre algunas noticias divertidas. Brindarán con champán y agradecerán nuevamente pertenecer a nuestra castigada pero heroica clase media que sostiene con su trabajo y con su familia la persistencia de los valores tradicionales: la amistad, la honestidad, la bondad humana.

05 diciembre 2009

Un mundo de fantasía


Yo no sé, pero tiene su sentido que la fantasía sea fantasía y la realidad sea realidad. Y que sean dos chicas distintas tiene sentido también. Porque yo puedo fantasear con matar a mi jefa, pero la verdad, no me animo y me parece que menos mal. Porque no habrá de ser fácil bancarse sus neurosis cotidianas y de hecho no lo es, pero más difícil es saber qué hacer con un fiambre. Entonces queda sólo en el terreno de la fantasía, lo cual además me permite -diría nos permite, seguro que por lo menos un cómplice consigo- repetir, una y otra vez "¿y si la matamos?".
Las fantasías homicidas son muy útiles a la hora de pretender un momento de relajación. Ella, el vecino imbécil que tengo, el verdulero -el gordo, no el de bigotes- que me pone los tomates reventados, la pendeja esa que me manda cadenas de mails, Baby Echecopar y sus equivalentes, el perro del vecino imbécil que tengo (fantasías perricidas tengo muchas también, todo el tiempo).

Otro orden de fantasías, se sabe, son las eróticas. También recomendables para relajarse, o todo lo contrario, sumamente apropiadas en casos de insomnio, neuras o burdo aburrimiento. O sencilla -o compleja- mente puro y concreto deseo.
Aunque decir deseo concreto también es medio oximorónico (anotando, chicos de la RAE), porque ¿cómo habría de ser concreto algo tan etéreo como el deseo?  Deseo es un chico que provoca tanto a la fantasía como la realidad. Y ambas, las chicas, juegan con él.
Con las eróticas, yo también creo que es bueno que la fantasía sea fantasía y la realidad realidad. Porque puede ser delicioso imaginar que una persona se coló en mi casa con ánimos oscuritos, pero convengamos que si alguien llega a entrar de sopetón posta, lo último que haría sería abrir las piernas, con perdón de la guarrada.

Aunque Sartre diga (pah, vó, es que toy intelectual y te lo digo en uruguayo) que lo imaginario posee materialidad, esa materialidad (lo dice él también, no es que se lo esté afanando) no es igual que la propia materialidad de lo real. Yo sí le agrego un "por suerte", por el bien de la convivencia social. Porque pongámosle por ejemplo la fantasía de poder: la gente que suele tener fantasías de ocupar espacios de poder (que no se toma, decía Foucault -sí, sí, hoy el cognac me pegó así- sino que se ejerce en cualquier relación social) en general es gente jodidita. Porque no es que piensa en un poder socializado (como cantábamos -ay, qué pelotudos- en el PI: socializar la riqueza, la cultura y el poder) sino en un poder para joderle la vida al prójimo (y como en la Sagrada Biblia, en los Edictos policiales, en la Constitución o en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre -parece que las minas zafamos- no dice nada acerca de joderle la vida al prójimo), y entonces es mejor que quede en el orden de la fantasía. Lograr "ese" puesto, estar en "ese" lugar o tener "esa" fama suelen ser pretensiones de gentes inescrupulosas.

"Que tus fantasías se hagan realidad" podrá tener buena prensa, pero pensémoslo. Con la realidad (iba a decir con la puta realidad, pero queda medio feo) alcanza y sobra.



Xul Solar, Puerto Azul - 1927

03 diciembre 2009

Ma sí (retrato de época)



Para mi amigo "Pichi" (que me dice "doña" el borrego irreverente), que me lo envió. 
Y para Concordia, su pueblo natal. Que descubrió que ama .

01 diciembre 2009

Modestísimas e irrelevantes notas de un breve viaje al cercano Oriente

Grandiosidades como las banderas del Frente en cada barrio, cada puerta, cada coche, bici, mano. Ya lo dijeron mejor. La calle indiscutiblemente fue del Frente, siempre. Desde antes de Mujica. Desde Tabaré. Desde Tabaré intendente. Desde antes de Tabaré intendente. El Frente fue ganando la calle, fue ganando a La Calle (como nosotros no pudimos ganarle a De la Rúa -perdón por lo fácil- aunque creímos que sí) y ahí se quedó, puro corazón, pura bandera y murga.





Disculpamientos pido por ser porteña y escribir sobre charrúas. Disculpaciones doy por querernos -con toda razón- menos de lo que los queremos. Aconsejamientos hermanos, dénnos menos bola, si no esistimos nosotros, ta? 
Igual, ésta es imperdible:





Pacateces -en el sentido de mojigaterías-  discutir si el himno uruguayo cantado por el zurdo Bessio con un tímido ritmo de murga irrespetó los símbolos patrios. Si hay que criticarlo, que sea porque fue largo y porque los jugadores se despistaron tanto. Pero yo no termino de explicarme  por qué, señora ministra de cultura, no deberían tocarse los símbolos patrios y deberían persistir siempre iguales a sí mismos, estáticos. Aunque se nos hagan totalmente extemporáneos y ajenos. Cuando si algo identitario tiene la cultura de la civilización oriental es la murga. Y el zurdo, además, estaba tan lindo.


Envidiaciones -sanas envidiaciones- por la cultura política, por la humildad y por un real pluralismo. Por la institucionalidad. Por tener el mar que de este lado es río. Por el chivito y la Patricia. Por la murga, el candombe y el barrio Palermo aunque lo devastaran. 





Porque la senadora más votada en el país haya sido guerrillera y eso sea tan natural. La primera dama.


Recriminadas, sí, por qué no, nos lo merecemos por los procesos de justicia acá. Por el plebiscito y su fracaso. Adulamientos porque seguro van a empezar de nuevo viejos y chicos a juntar firmas otra vez, desde el pie, como la musiquita.


Así de distintos, Río y Mar de una sola agua, gotas quizás de un mismo llanto que nosotros, porteños estúpidos, no queremos mirar.

15 noviembre 2009

Paisito





El 29, en Uruguay, que hable la calle.

07 noviembre 2009

Agradable Des Orden

Miguel hacía relojes con papas y avioncitos con restos de una fotocopiadora que fuimos descartando de a pedacitos, molinos con restos de bicis viejas o juguetes destruidos por Facundo. 
Después se sofisticó un poco, pero sin dejar de perder un ápice de sus principios. El Tecnisferio es, en todo sentido, un lugar para conocer y la prueba de que el capitalismo será una mierda, el consumismo nos perforará el cerebro y el cambio climático nos pasteurizará, pero hay lugares por donde se le escapa el látigo y ahí tenés.
Para un fanático de las tuercas, los engranajes, pero sobre todo de la convicción de que podemos vivir jodiendo bastante menos al prójimo y al medio ambiente, para un, como reza la mención "peón del arte", el premio de la Des Orden de la Tuerca no es moco e pavo, no no no.
Que justo ese día Jóse, otro amigo, haya recibido el mismo premio, parece cosa e mandinga o parte de las cosas raras y agradables de este mundo, que sumaré a mi lista de casualidades (las buenas).


Mis respetos, a ambos.

05 noviembre 2009

El monje y el pez


Michaël Dudok de Wit, Francia, 1995

04 noviembre 2009

Descreencias

De cuánto es posible modificar lo existente, o peor: de para cuánta gente está mal, o es lo que es.
Y punto.
De la gente: si había, su hubo, si hubiera: bondad humana. De si sólo
el hombre es el lobo del hombre.
Y ya.
De si los pibes, si los desaparecidos.
De si la solidaridad.
De si poder escribir sin angustias.
De si  aquella generación fue la mejor que tuvo este país, pese a tantos (no Videla y Verplaetsen, sino los compañeros).
De si vale la pena, de si existe la mano estrechada hoy.

No sabemos. Yo no sé y qué hacer con eso salvo la sal.
Qué hacer con eso.

01 noviembre 2009

Money, money

Lo había empezado a escribir antes de que me pasara lo que me pasó. Antes de que me pase lo que me está pasando. Si fuera necia lo pondría en la colección de mis casualidades, pero no soy tanto. Que no haga nada -hasta ahora- por solucionarlo no quiere decir que no sea plenamente consciente de que tengo un problema con esto.
Escribía que

No debe pasarme sólo a mí eso de tener una relación complicada con el dinero. De una manera o de otra, todo el mundo la tiene, el otro día sin ir más lejos hablábamos con las chicas sobre dónde solemos guardar la plata y por lo pronto parece que resulta muy común guardar la guita en un broli (al menos entre este "target" al que pertenecemos y que me resisto a definir).
El "vos en El capital, seguro", que lanzó Nati no me causó ninguna gracia, más que nada porque me sentí sorprendida en mi secreto, una idiota (¿tan obvio era? ¿y en qué tomo, a ver, si sos tan piola? ¿eh?), pero ella dijo que la guardaba en La cámara lúcida. Claro, era para suponer, también, para una fotógrafa. Por otra parte, muy lúcida debe ser esa cámara, que le alberga los billetes. Y Barthes además siempre garpa.
Mariale dijo que solía guardarlos en Crimen y Castigo, extraña elección de un libro cuyo protagonista mata para robar y jamás usa ese dinero.
Laurinha, si bien compartió la costumbre de elegir libros, se abstuvo de mencionar cuáles, probablemente porque la conversación se dio en su propia casa.
El flaco la guardaba en el tomo "D" de la Salvat. "D" de dinero, decía, si no cómo carajo me acuerdo.
Yo creo que, todavía, en la biblioteca de su casa, en el tomo "D" de la Enciclopedia Salvat debe haber unos Patacones, tan colgado que vive.



Quizás después del 2001 la costumbre de guardar la plata en libros (o en casa y no en el banco) debe haberse tornado más común, al menos para la clase media bancarizada y ofuscada, enojada, autoinmolada (y que compra libros) y siempre víctima de las peores situaciones que en este país acontecen .
Porque siempre la liga la clase media, viste. O a quién le roban si no.

Entonces, como unos pelotudos, guardamos los billetes en algunos libros.

Será porque los ladrones saben eso (o los que entraron acá serán leídos) que buscan entre los libros, por eso cuando pasaron a visitarme dejaron toda una biblioteca desparramada por el piso. Extrañamente, lo del Capital no se les ocurrió. Quizás les faltó leer un poco más, quizás no llegaron.
Pero no era el tema de dónde guardamos la plata lo que quería comentar.
Ni tampoco acerca de otra clara complicación con el dinero que son, claro, los problemas económicos, que todos los tenemos, estoy casi segura.

Lo que quería decir es que si por algún motivo decido empezar terapia, si llego a buscar ayuda de una mai de santos o le pregunto a un cura o me hago tirar las cartas, o le pregunto a mi jefa que-te-arregla-la-vida qué puedo hacer con mi existencia, es por la causa que está en el  top ten de mis taras personales y sociales: mi relación con el dinero.

No es como con las llaves ni otros objetos conflictivos por naturaleza, si bien, claro, si hay algo que es conflictivo por naturaleza es la guita. La gente hasta suele matarse por ella, sin ir más lejos. Pero en mi caso es el billete propiamente dicho (y no la significación simbólica de su valor socialmente aceptado -o también, qué carajo-) lo que a mí siempre me trae bolonquis. Digo: los billetes suelen estar, en su mayor parte, prolijamente acomodados en bolsillos o billeteras, o guardados bajo colchones, adentro de aquellos libros o velando nuestra tranquilidad (aunque quién sabe), en el banco. O clandestina pero ordenadamente guardados en una valija, o dejados en la mesa con restos de arroz que el mozo limpiará después de levantar, decepcionado, resoplando y bufando.
O en los sueños de algunos.
Pero en general están en un lugardonde se los colocó intencionadamente.

A mí, en cambio, se me caen de la cartera, o me desaparecen. Aparecen tirados en lugares extraños de la casa, o arrugado en el bolsillo de mi campera uno prominente de 50 al lado de uno de 2, que seguramente caerá primero cuando busque las llaves o un pañuelo.
Cada tanto billetes grandes me aparecen en bolsillos pequeños y nunca sé desde cuándo permanecen ahí.
Una vez, por ejemplo, el brasuca insistió con que me quedara durante la tarde con ese billete grande, por si llegaba a necesitar moverme en esa cosmopolita ciudad de Rio, cosa que acepté para no generar discusiones inútiles. Esa fue la primera vez que ví ese billete. La segunda, giraba y giraba divertido en círculos junto al agua, mi pis, y mi convicción instantánea de que nada podía hacer más que saludarlo alegremente.
Otra vez, extrañamente, volvía caminando con Carlos y escuché caer uno. Lo juro, él puede dar fe.
Estoy segura de salgo con 15 pesos en la billetera y resulta que tengo 134, o al revés. He dejado propinas de 100 pesos pensando que eran 5, aunque los billetes sean bastante distintos, frente a la mirada divertida de mis amigas.
Siempre me falta, o me sobra, en grandes o pequeñas cantidades. Cuando compro con débito -siempre- sólo cuando salgo me doy cuenta de que firmé sin mirar cuánto se me facturó.
Espero que se entienda que no es, ni mucho menos, porque me sobra. Es cierto que no me gusta guardarla (no puedo evitarlo, tengo que gastarla. Ahorrar con un fin específico me resulta irritante, una especie de apuesta a probar a que el-año-que-viene-viajo o me compro algo. Ahorrar sin un fin específico me parece idiota), y quizás inconscientemente pretenda tenerla lejos. Pero algo anormal me pasa con la guita.

Hasta acá había llegado a escribir cuando recordé que había separado prolijamente la plata para pagar el alquiler, -sabiéndome cómo soy- para no gastarla, confundirme o perderla. Estoy segura de que la guardé adentro de un libro. O estoy casi segura. Desde el viernes a la tarde revuelvo la casa de punta a punta buscándola. A lo mejor no fue en un libro y fue en una latita, o debe estar -eso espero- en algún rincón de la casa.
Lo cierto es que si no aparece estos días, algo empiezo. Terapia, religión, yoga.
O mejor, me dedico al trueque.

Ay, Página


A lo mejor, quién te dice, en unos 25 añitos.....

29 octubre 2009

13

Igual, pese al reloj y la estatura (no te agrandés, piojo. Pasarme a mí es tan fácil...) seguirás siendo mi enanucha, siempre. Y más reloj y más estatura tuyas, más emoción y más orgullo míos. Y más ganas de decirte que sos alucinante, mi amor.
Feliz cumple, hermosa.




25 octubre 2009

Un desprolijo deshilván

Como mi estotro generó aquello (y estos movimientos me parecen taan interesantes),  acepto esa especie de  desafío de deshilvane. Iba a decir desentrañe, pero dejemos mejor al concepto con todo y sus entrañas, al menos por ahora y hago mi pequeño aporte al deshilván (que también puede ser) desde lo que -creo- significa la democracia para el imaginario social argentino actual.
En primer lugar la discriminación (una dice algunos términos y ahí está agazapada la policía de las palabras) que no por evidente es tonta: democracia es un concepto político. Su significación alude a la dimensión política de las relaciones humanas -la que tiene que ver, en su sentido amplio, con los modos de organización social, de convivencia y disposición para la supervivencia de todo el conjunto social- y desde allí desplaza su sentido hacia otras dimensiones (un padre autoritario, un jefe tirano, una educación fascista, un grupo democrático), pero se nutre también de aquél producido en estas relaciones: de cómo somos, de cómo es nuestra cultura, de qué modo tenemos de vincularnos. La micropolítica, dicen algunos.
Pellizco entonces apenas la punta de otro hilo que tiene que ver con una mirada generacional, inevitablemente (puedo, ¿no? hablamos de "imaginarios", esa palabra tan laxa también, tan difícil de precisar). Y me pregunto, de paso, por esa idea de democracia que pueden tener hoy quienes nacieron en ella, para quienes su oposición de sentido al de dictadura es inexistente o alude sencillamente a la historia y para quienes tampoco existe obviamente, su sentido más profundo como cuando en los setenta aparecía ligada a socialismo.
Esos sentidos no están presentes quizás en el imaginario actual de la palabra,y hay que decir que tampoco  aquél vinculado a la equidad social, eso de que con la democracia se come, se cura y se educa.
Los noventa, más que la dictadura, cercenaron el camino de la construcción de un nosotros común desde el cual fuera posible modificar -para mejorarla- la realidad social.
Una época donde lo político se encuentre restringido a la mínima expresión del voto, de lo gobernable, de la privatización del espacio de lo común, dará como resultado una democracia -o ya que estamos en esto, un imaginario de la democracia- también restringido y limitado a unas pocas instancias de la vida social.
Eso, sumado a un contexto internacional en donde el concepto también debe reconvertirse, reacomodarse y ser nuevamente interpretado tan lejos de aquel sueño "líberal" americano donde el sistema podía permitir que cualquier persona pudiera progresar, como del comunista donde a cada quien según su necesidad y a cada cual etcétera, podría dar por resultado, es cierto, una idea de democracia que es lo más parecido a la paz de los cementerios. Sobre todo si la comparamos con épocas donde la latencia del conflicto social hacía que la disputa por su sentido fuera permanente y claro, violenta.

Pero no necesariamente el cambio social, el conflicto, la participación -lo que cargaría al concepto de un sentido popular, pluralista- se comprueba en las elecciones o se da a través de disputas violentas o de convulsiones, cualquiera sean éstas. La paradoja argentina es, quizás, que la tibia perspectiva de cambio progresista (en su sentido de no regresivo) hoy esté más presente en el discurso del gobierno y desde ahí logre articular ciertas expresiones populares, que al revés (y por eso se hace difícil -me parece- la profundización del proceso. Es una opinión, sencillamente. Ni una respuesta, ni una hipótesis).

Quizás lo que falte sea aquél sujeto social que pueda hacerse cargo de esas reivindicaciones. Quizás los intensos-y poco exitosos- esfuerzos de espacios tales como el "pinismo" o Carta Abierta intenten esa construcción. La izquierda no creo. Y el movimiento social, quién sabe bien qué es  hoy. Así como en Brasil, en Bolivia o en Uruguay los gobiernos existentes son expresión de un proceso en donde estos movimientos sociales fueron conformándose en políticos y llegando a gobernar, en nuestro país esa articulación hasta podría decirse que fue inversa.
De todos modos, los debates generados alrededor de las leyes, la situación de la corte suprema de justicia, la apropiación del discurso reivindicador de los derechos humanos y la continuación de los procesos judiciales a los represores, el acercamiento a la problemática regional, son sin embargo instancias en donde los sentidos, el imaginario democrático, se consolidan, se profundizan. O van en esa dirección. Al menos, sientan escalones, mojones desde los que es difícil volver. Los debates acerca de la ley de medios o de la redistribución, háyanse o no construidos, tengan o no (y es legítimo que lo tengan) intereses detrás, han generado participaciones que eran impensables en los años del menemismo o del delarruismo.
Pero aunque la pretensión de democracia como la paz de los cementerios es efectivamente deseable para algunos (aquellos quienen "no quieren que les rompan las pelotas" son quienes no sienten que estén involucrados en ninguna cuestión común, como si fueran parte de una realidad desvinculada ), la realidad indica permanentemente que el conflicto siempre está, la cuestión es de qué modo se dirime y cuáles actores sociales intervienen.
Hay una democracia que es conveniente. Conveniente a los intereses de los grupos dominantes, conveniente a un modo de acumulación. En otras épocas, hay que decirlo, ninguna democracia era conveniente.
El sentido que hoy adquiere tiene que estar necesariamente vinculado con la ampliación de sus posibilidades. Una disputa, por poner un ejemplo, por el reconocimiento de la CTA podría ser vista como un simple debate burocrático acerca del otorgamiento o no de personería jurídica, o como la construcción de nuevos espacios de legitimidad que avanzan en la democratización de ciertos espacios de poder.
Digo, sencillamente, que eppur si muove.


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Y ya que hoy es hoy, como saludo a mis hermanos charrúas, que con otra cultura política, atraviesan, charco mediante, situaciones que acá estarían muy lejos de acontecer (que si tenemos coincidencias culturales con alguien es con los yoruguas, aunque tendamos a olvidarlo de puro porteños que somos: existe una cultura rioplatense, riquísima a la que estúpidamente solemos dar la espalda y de la que tanto podríamos aprender).
Y ellos saben, sabían antes, cuando el genial (siempre como Columbo disfrazado de torpe) Masliah decía esto, por ejemplo, que los argentinos en nuestra puta vida diríamos: eso de que el "se va a acabar" podía derivar, podía tener el riesgo de ser, también, la paz de los cementerios.
16 regreso a la normalidad  by  Gachi ]
Y ahí están ahora en la calle (todos menos Lacalle, je) para que no lo sea, con las banderas del Frente.
Mis respetos para ellos.

18 octubre 2009

Movimientos

Domínguez decía MUA estirando las vocales y mirándonos, mirándome a mí y a mis piernas, a Silvina y a sus piernas.

Hace un segundo miré frente a mí sobre la pantalla, la imagen se superpuso al calendario, irrumpió como si alguien la invocara esa imagen MUA, movimiento uniformemente acelerado, y Octubre en negrita, October más pequeño, sin negrita. Y arriba chiquito, oscuro y pesado como un pisapapeles de nuestros papeles viejos, 2009. Cosas que escribió la enana, ví también, un círculo en la fecha de su próximo cumpleaños, carajo, los próximos cumpleaños. Un típico movimiento uniformemente acelarado, decía Domínguez caminando lentamente por el aula con las manos en la espalda, es la caída libre, y lo odiábamos. Caída libre: vaya oxímoron.

Lo detestaba porque estiraba las vocales y nos miraba las piernas a Silvina y a mí. Y porque quería imponerse y disciplinar y porque era un hijo de puta. Quería que se muriera, que se cayera por las escaleras como aquella vez que lo ví caerse frente a mí y largué la carcajada, y corrí espantada rogando sin éxito que no me haya reconocido, pero esta vez observarlo desnucado, yo impertérrita.

Y entonces ahora mismo, en este instante,  la velocidad constante es esa ballena de mierda del calendario que tengo frente a mí sobre la pantalla que me muestra además Septiembre September que permanece persistente pese a que dejó de existir y sin embargo ahí está, con las marcas pasadas "prueba de lengua, cumple de la titi" de la misma pero distinta enana, como si eso existiera todavía más allá de ella, de mí -de nuestras memorias- y de ese puto calendario.
Por qué exclusivamente las ballenas, si nadie está a salvo.

Y es como si lo viera frente a mí ahora pronunciando MUUUUAAA y mirándome las piernas y diciendo con la misma cadencia SEPPPTIEMBRE, apretando los labios en pt, repugnantemente libidinoso, imperativo, impune. La vida misma, en caída libre el movimiento uniformemente acelerado que seguramente lo habrá hecho reventar, también a él, contra el duro piso del final.

Caída libre.
Uhuuuu.

15 octubre 2009

La polisemia de las palabras actuales

Democracia es una de las palabras más polisémicas que debe existir. Incluso, si el "polisemismo" de las palabras se midiera por épocas (calculo que sí, pero mucho del tema no sé, seguramente los amigos de letras o comunicación pueden darme una mano), esta época es una donde la palabra "democracia" adquiere más significados aún, quizás porque su sentido está en juego.
En sociedades donde la posibilidad de existencia de las democracias es contingente, donde los problemas más pesados se arreglan con palo y a la bolsa, donde te dejo opinar pero no me rompas demasiado las pelotas porque siempre hay alguna patota por ahí buscando empleo, que la democracia "valga" (que su sentido sea disputado) no es moco 'e pavo.
La amenaza del atajo siempre está, de todos modos, a la vuelta de la esquina para quienes detentan el poder en nuestros lares. Y los poderes en las sombras, que los hay, sino qué fácil. Pero parece -al menos por estas épocas donde se habla de leyes, parlamento y debates- que a veces el atajo no es tan fácil y hay que atenerse a determinadas reglas de juego. Al menos. 
Eso, me parece, está lejos de querer suponer que hay un terreno ganado. Los atajos tienen múltiples formas, y muchas de ellas parecieran "colarse" en lo cotidiano. Si el fascismo es fácil de detectar, preocuparía sólo en su "tipo ideal" de representación política, quizás como apología. Bestias como el animal ese, candidato al pro, de ciudad de Gálvez que proponía quemar las villas, o como el inefable rabino Bergman, habrá muchas para nuestros gustos, pero son las menos. 
Discursos más sutiles se cuelan con las mismas ambiciones de homegeneización, control o dominación, que aquellos otros tan fácilmente detectables. O tan fácilmente cuestionables, también.
Se puede también proclamar -declamar- el debate y las reglas de juego democráticas, escondiendo el cuchillo en la espalda (como la primer espeluznante y realista publicidad de Coto -quién lo diría, no?-, cuando era un matadero nomás, que seguramente por alguna denuncia de sociedad protectora de animales terminó eliminando el cuchillo del dibujo... ¿nadie se acuerda de eso? ¿tan vieja soy? ¿eh?) y mientras agazaparse, conformar alianzas, prorrumpir a cuatro vientos el respeto por la democracia, murmurar por lo bajo lo feos, sucios y malos que son los peruanos o decir que el campo somos nosotros y el olor a bosta es rico pero el olor a mierda es feo. Y que la patria somos todos nosotros los porteños.  
Y esto no es pensar en políticas conspirativas sino, de nuevo, en los hilos sociales del poder y en sus múltiples formas ideológicas.


Funcionó durante un tiempo, en ese sentido, el discurso del liberalismo cuando minimizó el espacio de lo público, y terminó estrepitosamente. En aquella época, hasta donde yo me acuerdo, no se hablaba mucho de democracia. 
Desde aquel tiempo a esta parte, sentidos de la palabra: fue transicional o posdictatorial. Fue restringida. Liberal. Se quiere consolidar o profundizar. Se democratiza, o se democratizará, o se debería democratizar: el gremio, el sindicato, el partido. Las relaciones familiares, las relaciones amorosas. La escuela, la educación, la cultura. La justicia. Se la quiere más participativa, claro que algunos la querrán menos participativa. 
Se le adosa al concepto de cultura política para enaltecerlo, tan vapuleado él, pobrecito.
O es, sencillamente injusta. A veces puta.
Formal es la que le cierra al poder hegemónico. Por eso no tolera la gente en la calle, la manifestación, los espacios comunes, los contenidos.  En otra época, no hace tanto, ni esta necesitó.

En aquellos hilos sociales, quizás insectos en sus telarañas, qué vocación de moscas, pensar en qué sentidos contrahegemónicos, en qué nosotros, en qué.
Si existen modos mejores de vivir, no hay otra: van a tener que ver con lo común: regulado, autogestionado, comunitario, cooperativo, asociativo. Disputar el sentido de democracia desde su posibilidad de existencia hoy es poco, por más Honduras y López que haya. Ahí tené, la democracia, nos pueden decir. ¿Qué más queré? (la ley de medios es más, por ejemplo).
Moscas insaciables.
Una vez nos dijo una profe que en los setenta salían a la calle a gritar por el socialismo (y eso terminó en el golpe). Y yo me acuerdo que en los ochenta gritábamos porque se acabara la dictadura militar (y eso terminó en el indulto).
En los noventa nada (y eso terminó en crisis).
En el dosmiluno se escuchó qusevayantodos y la-la-lá, la-lá.
Sentidos, sentidos.
And now what?
¿Qué democracia tenemos? ¿consolidada? ¿en transición? (¿hacia dónde? ¡mamita!) ¿inestable? ¿imperfecta? (qué sagaz) y más...
¿Qué democracia pretendemos?
y quizás, y simultáneamente a todas ellas, el mismo autoritarismo en lo microsocial que rige las relaciones sociales, laborales, familiares, escolares. 
Lo personal es político, reza el lema feminista.
Un concepto de democracia vinculado con la convivencia, con la negociación, el consenso y el disenso, también, que se proclama pero vos callate.


Quizás por versátil se lo use para decir cosas tan distintas, o quizás porque es expresión de conflictos, de luchas que tienen que ver con espacios disputados.

05 octubre 2009

De cómo éramos (cuentito de los ochenta)


Ochenta y cuatro, sería. Como mucho ochenta y cinco. Volvíamos de una marcha de esas masivas, de esas en donde uno se sentía parte de algo, de algo grande. Antes del bajón de las felices Pascuas, antes de que la pompa de jabón de la primavera democrática estallara implacablemente convirtiéndose de una promesa redonda, perfecta, a este mejunje (gané una apuesta por esa palabra) de colores desteñidos y de barro.

Volvíamos con el flaco para el Docke, donde él vivía por esa época, y el bondi -el 33- se llenó de todo un grupo de los muchachos de la comunidad organizada con las banderas de Perón y de Evita, las veinte verdades y los mejores bombos, la camisa abierta y los gritos, los cantitos, las jodas. Veníamos del mismo lado pero desentonábamos absolutamente nosotros dos, él con barbita y pelo largo y el morralcito, yo medio hippona, aros y sandalias tipo hindú, (obreros y estudiantes, ponele, je) nos sentamos separados, él en un asiento de uno, cuando subieron los muchachos y se mandaron todos para atrás, cerca de él.
El flaco se corrió haciendo lugar en su asiento para dejar sentar a uno de ellos y siguieron el viaje conversando los dos, hasta que otro, desde la otra punta del colectivo, le gritó a su compañero:

-"¿Y negro? ¿cómo va el diálogo con la zurda?"

Fin

29 septiembre 2009

Pecado, redención y después

Mal que nos pese a algunos, qué persistente el capitalismo. Ante cada nueva crisis global respondió doblando la apuesta. Habrá que reconocer, también mal que nos pese (¿será ésta la era del mal que nos pese?), que ha logrado ser flexible frente a la rigidez o ineficacia de los socialismos realmente existentes o como se dieran en llamar, ante sus crisis: anduvo intentando, probando distintas alternativas, como apostando tramposamente siempre a ganador sin que veamos la trampa, cayendo y levantándose, recomponiéndose, tantenado y cayendo parado, o casi: así, combinó altos grados de intervencionismo estatal con gobiernos más o menos democráticos; modelos de mínima intervención en la economía con democracias más o menos restringidas y gobiernos con mayor o menor legitimidad; totalitarismos y autoritarismos varios; mayores representaciones sociales, tiranías.
Sistemas y situaciones representados, jugados, dirimidas sus relaciones de poder entre distintos actores sociales, partidos políticos, movimientos sociales, personas. Otra vez la gelatina, González.

En fin, toda una maraña que combinándose de tales o cuales maneras, rescató (mejor o peor, pero hasta ahora viene haciéndolo) al capitalismo de sucumbir, cada vez que estuvo -o pareció estar- a punto de.
Yo no lo inventé, y si suena marxista me perdone Alá, pero la cosa en común que tiene cada uno de los resultados de esas combinaciones es que persiste en todas ellas la forma, el modo en que se producen los productos, valga la redundancia, para que las sociedades subsistan, es decir, se reproduzcan a sí mismas. Lo característico del capitalismo -y para no tener que pedir perdón de nuevo guait a mínut, que el que hablaba de esto antes que Karlitos era Adam Smith (Adancito vendría a ser)-, es que como todas las cosas se compran o se venden, pa comprar hay que vender, cosas del intercambio, mire vea. Y habemus algunus que nada más que nosotros mismos tenemos para vender, para alguien a quien le interese comprarlo.
Hay otro sector social, otra clase, que posee lo que se llama -Jehová me ampare si suena de izquierdas- la propiedad privada de los medios de producción.

Lejos de querer sugerir que todo es lo mismo, hay una condición material común en la socialdemocracia europea, el fascismo italiano, el peronismo, la nueva izquierda latinoamericana, la nueva derecha europea, el imperio yanki, el nazismo, las dictaduras del cono sur, las democracias representativas o plebiscitarias, las representaciones de los nuevos movimientos sociales.

-Tú, que posees la propiedad, serás propietario.
Vos callate.
Los anarcos la hacen corta y dicen la propiedad es el robo. Yo digo con ellos y vaya pequeña venganza de quienes nada tienen, ver tanta inversión en rejas y pastillas para dormir.
El capitalismo nace de un pecado original, decía, de nuevo, Lord Voldemort.

Y además está la gente, las cosas que pasan, las coyunturas, los desastres naturales, la idiosincrasia de los pueblos. El contexto internacional, está y también si Cris es más linda que Bachelet pero menos popular. Está si el precio del petróleo aumenta y que sigamos produciendo soja y la renta diferencial de la tierra. (Las pampas, las vacas, batatas, papas, calabazas, nada más, nada para armar, nada para arrancar, a plantar, a plantar, las pampas darán pan, nada más falta... aaah, ¿habrá atrás más trampas? Mañana habrá más papas, más batatas, más pampas, vacas para pastar las pampas, nada más habrá mañana).
Que haya sido el peronismo, en este país, que siga siendo. Que seamos tan argentinos y tan machos y la tengamos tan grande, también está y la izquierda devastada en todo el mundo y acá una y cien veces, y nuestro pasado tremendo.

Aclarar que es la regla y no la excepción del capitalismo esta inequidad de base puede sonar hasta ocioso.

Pero es cierto también que las sociedades pueden ser más o menos injustas y que la diferencia hace al vivir o morir, que la democracia es el mejor sistema que el capitalismo puede ofrecernos y que no se trata solamente de votar y otras cuestiones formales, sino de una convivencia lo mejor posible, dentro de un estado de derecho naturalmente injusto, ante el cual sólo el Estado puede atenuar tanta desigualdad, garantizando el bienestar de su población y de toda ella. No de sus ciudadanos exclusivamente, categoría tramposa que hoy dejaría afuera a cerca del 30% de la población de nuestras regiones. De todos, trabajen o no, tengan o no documentos, sean o no nativos, sepan o no leer. Garantizar su vida, primero, y sus derechos.

Y eso, no jodamos, no lo logró el capitalismo. Produce y no cura la miseria. Nuestros desintegrados crecen y hacen parecer a nuestra asustada burguesía, un paraíso aquel aluvión zoológico del 45. Aquellos negros venían peinaditos, por lo menos. Este aluvión asusta más, además, porque no irrumpe. Se agazapa, amenaza, se queda y gana espacio allá, en los márgenes.

En los suburbios. Allí abajo, o arriba, paradoja de las favelas en los morros y su vista incomparable del mar. Quizás la justa venganza de los pobres o una compensación cósmica que nivela lo material con lo inmaterial, lo artificial con lo natural, lo feo con lo bello, el smog y el aire diáfano.

La furia de los ricos, la consternación de los estúpidos, la incertidumbre idiota de los bienintencionados.


-Pues que es una linda ciudad Rio de Janeiro, lástima que Brasil sea un país tan mal administrado.
Nadie dice que así quede, lo político, los conflictos, siguen sus cursos, los "hilos sociales del poder" se tejen a partir de estas realidades concretas y sujetos más o menos existentes se dirimen en ellas, con mayor o menor protagonismo y éxito, sin certezas de rumbos, sin el Partido o la Revolución, o el Duce o el Mercado pero también sin Fin. Sí quizás con Historia y sin un gran Nosotros.
El pasado no ha muerto. Ni siquiera ha pasado, decía Faulkner. ¿Pero el futuro?

28 septiembre 2009

Andar por blogs

a veces es como andar por bares, cuando parece que hasta humea el café entre la pantalla y una, y es como leve, grato, cómodo.
A veces se hace odioso, como si un olor feo en el bondi nos obligara a elegir entre soportarlo o irnos. Seguimos. Yo sigo, hasta la parada, sigo. Frunciendo la nariz, pero estoica hasta llegar a destino. Puteando al bajar, cuando amerita.
O romántico, amoroso, caliente, o todas las variantes de la sensualidad. Como en la vida misma, salvo algunas cuestiones.
O que nos dan envidia. O me conmueven.
O una criaturita propia, feúcha, contrahecha, a la que no estaría mal matar, nada mal. Probar el desamor como un ataque al ego.
O pensar que no es nada y quedárselo, tal vez como un medio hacia ningún designio.

Y tratar de seguir de bar en bar, entre olores y muertes y algunas carcajadas.


04 septiembre 2009

Idos

Permítaseme consolarme tontamente por el mal de muchos, de algunos por lo menos, porque yo tendré quintuplicado mi DNI por perder dos y lavar otros dos veces el susodicho (quizás algo atempera que seis años después haya encontrado uno de los perdidos o quizás lo empeora, ahora no quiero hablar de eso), o me habré caído dos veces seguiditas en la misma vereda, si suena estúpido habría que imaginarse cómo se vio, y una de las dos veces nada dignamente porque mi pollera se levantó a la altura de mi nuca. Ni zapatos nuevos, ni veredas mojadas. Puras distracción y torpeza.

Pero Marta por ejemplo, por más que le decimos y le decimos, siempre queda mal con el señor Ramos García y le dice -inevitablemente, le dice- Ramos Mejía. Y eso que se cuida. Ella se distrae con las palabras, más bien, y por ejemplo repite y una otra vez supositorios en lugar de diapositivas, en una reunión muy seria y solemne con gente importante. Seguía con mi cara impertérrita salvo por las lágrimas de risa que no pude reprimir, hasta que debí salir corriendo al baño. Hundir desesperada mi cara en las toallas del baño no evitó, estoy segura, que mi carcajada se escuchara.

Otro que se distrae con las palabras es Javi, que dice partido rojo cuando quiere referirse al colorado o indígenas en lugar de campesinos.

También consuela, en otro orden, Laurinha, que se toma un taxi con el teléfono inalámbrico en la mano como si fuera un celular, o sólo al entrar en diálogo telefónico con el tipo del servicio técnico del cable, se da cuenta de que no está bien llamar para reclamar indignada que carece de señal, cuando está colgada.

O Jorge, que no sólo se ponía medias de colores distintos sino zapatos de pares diferentes.

O el otro Jorge que dejó el auto estacionado en el supermercado, hizo las compras y se fue caminando con su bolsita tranquilamente a su casa, y al no ver el auto en la puerta desesperó y llamó a la policía denunciando el robo, y sólo se acordó cuando la policía le informó que habían encontrado su auto a cinco cuadras, en el estacionamiento del supermercado. Hay que tener cara de piedra para seguir sosteniendo la denuncia diciendo "qué raro, se lo llevaron para dejarlo allá, lo habrán usado para hacer las compras..."

O unos amigos de Ale que fueron bajando después de la cena todos por el ascensor mientras quedaba, solito y desamparado, el canastito del bebé. Con el bebé adentro.

Así que, viejo, recordemos eso de la paja y el ojo, este... cómo era? Bueno, que a cualquiera le puede pasar, che.

02 septiembre 2009

Como si eso fuera poco

Este señor sí sabe explicar claramente cómo solucionar el problema de la pobreza.

Los fascistas siempre quieren quemar, matar, liquidar. Y cuando salen las viejas a pedir juicio y castigo a los cobardes chiquititos, las quieren quemar, matar, liquidar (siempre en mayúsculas y analfabetamente, como suelen escribir). Las viejas no dicen mátenlos tortúrenlos ojo por ojo y diente por diente. Las viejas dicen juicio y castigo.
Y cuando la vieja a la que le mató el pibito la cana o el prefecto o el señor respetable, pide que se haga justicia la quieren matar, quemar, liquidar.

Y nosotros somos los violentos.

Y esos señores ahora se presentan a elecciones y entonces dicen que apuestan a la democracia.


01 septiembre 2009

Dicen los pibes


Barrio de Monte Castro, Ciudad de Buenos Aires, mayo 2008

24 agosto 2009

Todo es según la lente del óptico que lo mira

"Todas las pasiones tienen dos sentidos, Juliette,
uno muy injusto, relativo a la víctima, y el otro,
singularmente justo, para quien la ejerce". [Sade]

Resulta que ante una sencilla y rápida observación de las cosas que pasan, las personas opinan, sienten e interpretan cosas distintas. Una manifestación en la calle podría ser un estorbo para un automovilista, la convicción de que loquepasaesqueenestepaísnadiequieretrabajar para un vecino del barrio, la posibilidad de más votos para un puntero, una buena fotografía -o la revelación de nuestra idiosincracia nacional- para un turista, un paso en la lucha por la emancipación para un militante, el coraje de luchar por lo que uno quiere para un manifestante, y tantos etcéteras como combinaciones de personas, clases y grupos haya.

Y podrá ser que combinaciones haya muchas, pero una clarísima cuestión -cuestión incuestionable- desde nuestra escasamente rigurosa disciplina o mirada, es que en tiempos y espacios delimitados esas combinaciones no son infinitas, es más: no son tantas. En tiempos y espacios variados probablemente lo sean, pasados insospechados, inexplorados o escasamente comprendidos, o algún mundo lejano posible y desconocido de espacios y épocas impensados, combinaciones distintas de cosas que hoy no conocemos.


Parece una boludez, pero no es... Hay circunstancias materiales, sociales, culturales, familiares, personales que producen esos "modos de ver las cosas", hay intereses concientes e inconcientes, diversas modalidades de extracción social, de formación, pertenencia identitaria que conforman esos diferentes modos de ver. Desde el sentido común –que siempre es útil y es bueno mantener afilado– es posible también comprender que “todo es según de qué lado te parás". El sentido común, pese a sus solemnes detractores, nos encanta a los defensores de las filosofías baratas y las sociologías de mercadito.

Entonces resulta que hay miradillas humanas actuales diametralmente opuestas entre sí, o levemente diferentes o casi iguales pero no tanto, sobre las mismas cosas que objetivamente nos pasan a todos.

Ese campo tan gris -el de lo ideológico-, Gramsci lo define como una "visión del mundo" hegemonizado por la clase dominante, que presenta su propio interés particular como si fuera el de todos (claro que por épocas eso no cierra y se nos viene un 2001), que lee e induce a leer la realidad con sus propias lentes, da o despoja a la realidad de su significado, manifiesta como contingentes cuestiones que son necesarias y al revés (ejemplos clarísimos entre cientos puede ser la elección de los "titulares" de los medios de comunicación masiva, o la exaltación y el nombre que la historiografía oficial coloca a un hecho histórico -esa cuestión del "descubrimiento de América" o la "Campaña al Desierto").

Pero como decía el filósofo: "no tan rápido, 99"

Al discurso hegemónico, en diversos niveles de lo social y con distinta efectividad, se oponen algunos discursos contrahegemónicos, que logran filtrarse, llenar de sentido -de otro sentido- los significantes vacíos: un discurso ecológico, así, puede ser progresista porque se articula con el discurso del bienestar general, etc., o la resignificación en su sentido social, igualitario, del concepto de democracia, hoy bastante devaluado en ese sentido. Los discursos contrahegemónicos son más efectivos -también- cuando sus demandas son apropiadas por otros sectores (las Madres y sus rondas desde el '77 comenzaron demandando por la aparición de sus hijos y terminaron representando la demanda por la investigación de los crímenes de Estado, el juzgamiento de sus responables y finalmente el retorno de la democracia, agrupando tras de sí otros movimientos sociales, partidos políticos, etc.). Antonito sostuvo, junto con otros marxistas más tarde, que en el terreno de lo ideológico es donde se manifiesta el conflicto social (¿puedo decir lucha de clases? ¿eh? ¿puedo?)

A la cuestión de la ideología Althusser le giraba la tuerquita un poco más sosteniendo que los canales a través de los cuales esa ideología se reproduce, se recrea, son los "aparatos ideológicos de Estado" : la escuela, las religiones, los medios de comunicación son encargados de transmitirla para asegurar su perpetuidad (de garantizar la -con perdón- "reproducción de las relaciones sociales de producción") en el poder, y la verdad es que en este ispa y en esta época no hace falta profundizar mucho para darnos cuenta de qué habla.

Por ejemplo, el otro día fui a una óptica a pedir un presupuesto para unos lentes. Me toca por puta prepaga Pförtner. Debo decir que además de no ser muy afecta a modas y marcas, nunca usé anteojos e ignoraba las peripecias de pasear por oftalmólogos, ópticas, y conocer la infinita cantidad, marcas y calidad de distintos marcos y vidrios -con o sin antirreflex- hasta el instante en que me dí cuenta -¿cuán tarde?- de que la enana no veía una vaca adentro de un baño.

Y ahí fui yo, a la concheta zona de la Recoleta, donde llegué a una especie de chópin (como dice Artur el peruano), un Blokbuster, un Farmacity de lo' anteojo, esa onda. Un lugar encastrado en el paisaje de la zona, perfectamente armónico con todo y la gente que lo caminaba y lo atendía, unos "ótpicos" (no sé por qué las comillas, la verdad, supongo que son realmente "ópticos", je) todos o jóvenes lindos o viejos con pinta de sabios (qué proces de selección de personal, pensé) .

Y resulta también que -mientras esperaba que me llamaran- en la tele grande, grandérrima, estaban pasando el noticiero de TN con la gente de la Villa 31 furiosa, tirando piedras y otros objetos contundentes contra la cana.

-Yo no sé, esto a mí me da una bronca, me da una impotencia, vení, pasá por acá. Me indicó el "óptico" pendejo y carilindo, con gesto como fruncido.

-¿Qué cosa te da impotencia? pregunté suspicaz mientras me acercaba, pensando en que SEGURAMENTE me iba a decir lo que segundos después escuchaba:

-Estos tipos. Hace media hora que están tirando piedras y la cana no hace nada.

Silencio...

-Se la pasan afanándonos, hacen lo que quieren y ahora mirá, la cana está ahí mirando, no reprime, no hace nada. Y ellos la pasan bárbaro.

Silencio...

-A vos te gustaría estar en ese lugar, ¿no? Digo, pasarla así de bien..., le dije.

Me miró un rato con cara de bobo: "no, no, yo digo que ellos están rompiendo todo y nadie hace nada", entre avergonzado y furioso.

-Ya hicieron. Un hijo de puta de la prefectura mató a una pibita de 17 años.

¿Qué es lo que permite ese desplazamiento tan impresionante para invertir los términos? ¿cómo operan los mecanismos ideológicos para que se pueda ver como una amenaza al sistema a quienes son, justamente, sus víctimas?

El discurso dominante excluye, criminaliza, juzga y condena. Invierte los términos. La clase media es su transmisora más efectiva, su garantía de persistencia. En una rápida operación de enroque se convierte en víctima (de la inseguridad, de los impuestos, del incremento del costo de los electrodomésticos) y demanda, exige al Estado que los proteja de ellos, sus victimarios.

Ese discurso oscila desde culpar al vendedor callejero de afear la ciudad o de competir deslealmente con los leales comerciantes (como bien muestra en su versión en papel, la maleducada revista Que de reciente y exitosa aparición, habrá que comprarla) hasta justificar, en un no muy lejano extremo, gatillos fáciles, "palizas" aleccionadoras, y mucho palo pa' que aprendan, pasando por un arco variado y pluralista. La izquierda no lo logró, por cierto. Pluralista-pluralista es la derecha.

Ah, y al final fui a la óptica del barrio. Me salió lo mismo, con antirreflex y todo.