A veces se hace odioso, como si un olor feo en el bondi nos obligara a elegir entre soportarlo o irnos. Seguimos. Yo sigo, hasta la parada, sigo. Frunciendo la nariz, pero estoica hasta llegar a destino. Puteando al bajar, cuando amerita.
O romántico, amoroso, caliente, o todas las variantes de la sensualidad. Como en la vida misma, salvo algunas cuestiones.
O que nos dan envidia. O me conmueven.
O una criaturita propia, feúcha, contrahecha, a la que no estaría mal matar, nada mal. Probar el desamor como un ataque al ego.
O pensar que no es nada y quedárselo, tal vez como un medio hacia ningún designio.
Y tratar de seguir de bar en bar, entre olores y muertes y algunas carcajadas.
3 comentarios:
Sí, es exactamente así. Así.
Acabo de presentarme (bochornosamente, por cierto, en la entrada anterior).
Volveré a sentarme en una mesa de este bar.
Besos con aroma a chocolate con churros (de La Giralda).
Pero si uno lee desde google reader o bloglines se esteriliza un poco lo que tenga rss. Imagino que es algo de la época.
saludos
Excelente entrada, la suya, bien al caso del post. Güélcam.
Horacio, es cierto que filtrás un poco, de cualquier modo hay veces que se me da por leer todo, y lo que venga eh?
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