29 septiembre 2009

Pecado, redención y después

Mal que nos pese a algunos, qué persistente el capitalismo. Ante cada nueva crisis global respondió doblando la apuesta. Habrá que reconocer, también mal que nos pese (¿será ésta la era del mal que nos pese?), que ha logrado ser flexible frente a la rigidez o ineficacia de los socialismos realmente existentes o como se dieran en llamar, ante sus crisis: anduvo intentando, probando distintas alternativas, como apostando tramposamente siempre a ganador sin que veamos la trampa, cayendo y levantándose, recomponiéndose, tantenado y cayendo parado, o casi: así, combinó altos grados de intervencionismo estatal con gobiernos más o menos democráticos; modelos de mínima intervención en la economía con democracias más o menos restringidas y gobiernos con mayor o menor legitimidad; totalitarismos y autoritarismos varios; mayores representaciones sociales, tiranías.
Sistemas y situaciones representados, jugados, dirimidas sus relaciones de poder entre distintos actores sociales, partidos políticos, movimientos sociales, personas. Otra vez la gelatina, González.

En fin, toda una maraña que combinándose de tales o cuales maneras, rescató (mejor o peor, pero hasta ahora viene haciéndolo) al capitalismo de sucumbir, cada vez que estuvo -o pareció estar- a punto de.
Yo no lo inventé, y si suena marxista me perdone Alá, pero la cosa en común que tiene cada uno de los resultados de esas combinaciones es que persiste en todas ellas la forma, el modo en que se producen los productos, valga la redundancia, para que las sociedades subsistan, es decir, se reproduzcan a sí mismas. Lo característico del capitalismo -y para no tener que pedir perdón de nuevo guait a mínut, que el que hablaba de esto antes que Karlitos era Adam Smith (Adancito vendría a ser)-, es que como todas las cosas se compran o se venden, pa comprar hay que vender, cosas del intercambio, mire vea. Y habemus algunus que nada más que nosotros mismos tenemos para vender, para alguien a quien le interese comprarlo.
Hay otro sector social, otra clase, que posee lo que se llama -Jehová me ampare si suena de izquierdas- la propiedad privada de los medios de producción.

Lejos de querer sugerir que todo es lo mismo, hay una condición material común en la socialdemocracia europea, el fascismo italiano, el peronismo, la nueva izquierda latinoamericana, la nueva derecha europea, el imperio yanki, el nazismo, las dictaduras del cono sur, las democracias representativas o plebiscitarias, las representaciones de los nuevos movimientos sociales.

-Tú, que posees la propiedad, serás propietario.
Vos callate.
Los anarcos la hacen corta y dicen la propiedad es el robo. Yo digo con ellos y vaya pequeña venganza de quienes nada tienen, ver tanta inversión en rejas y pastillas para dormir.
El capitalismo nace de un pecado original, decía, de nuevo, Lord Voldemort.

Y además está la gente, las cosas que pasan, las coyunturas, los desastres naturales, la idiosincrasia de los pueblos. El contexto internacional, está y también si Cris es más linda que Bachelet pero menos popular. Está si el precio del petróleo aumenta y que sigamos produciendo soja y la renta diferencial de la tierra. (Las pampas, las vacas, batatas, papas, calabazas, nada más, nada para armar, nada para arrancar, a plantar, a plantar, las pampas darán pan, nada más falta... aaah, ¿habrá atrás más trampas? Mañana habrá más papas, más batatas, más pampas, vacas para pastar las pampas, nada más habrá mañana).
Que haya sido el peronismo, en este país, que siga siendo. Que seamos tan argentinos y tan machos y la tengamos tan grande, también está y la izquierda devastada en todo el mundo y acá una y cien veces, y nuestro pasado tremendo.

Aclarar que es la regla y no la excepción del capitalismo esta inequidad de base puede sonar hasta ocioso.

Pero es cierto también que las sociedades pueden ser más o menos injustas y que la diferencia hace al vivir o morir, que la democracia es el mejor sistema que el capitalismo puede ofrecernos y que no se trata solamente de votar y otras cuestiones formales, sino de una convivencia lo mejor posible, dentro de un estado de derecho naturalmente injusto, ante el cual sólo el Estado puede atenuar tanta desigualdad, garantizando el bienestar de su población y de toda ella. No de sus ciudadanos exclusivamente, categoría tramposa que hoy dejaría afuera a cerca del 30% de la población de nuestras regiones. De todos, trabajen o no, tengan o no documentos, sean o no nativos, sepan o no leer. Garantizar su vida, primero, y sus derechos.

Y eso, no jodamos, no lo logró el capitalismo. Produce y no cura la miseria. Nuestros desintegrados crecen y hacen parecer a nuestra asustada burguesía, un paraíso aquel aluvión zoológico del 45. Aquellos negros venían peinaditos, por lo menos. Este aluvión asusta más, además, porque no irrumpe. Se agazapa, amenaza, se queda y gana espacio allá, en los márgenes.

En los suburbios. Allí abajo, o arriba, paradoja de las favelas en los morros y su vista incomparable del mar. Quizás la justa venganza de los pobres o una compensación cósmica que nivela lo material con lo inmaterial, lo artificial con lo natural, lo feo con lo bello, el smog y el aire diáfano.

La furia de los ricos, la consternación de los estúpidos, la incertidumbre idiota de los bienintencionados.


-Pues que es una linda ciudad Rio de Janeiro, lástima que Brasil sea un país tan mal administrado.
Nadie dice que así quede, lo político, los conflictos, siguen sus cursos, los "hilos sociales del poder" se tejen a partir de estas realidades concretas y sujetos más o menos existentes se dirimen en ellas, con mayor o menor protagonismo y éxito, sin certezas de rumbos, sin el Partido o la Revolución, o el Duce o el Mercado pero también sin Fin. Sí quizás con Historia y sin un gran Nosotros.
El pasado no ha muerto. Ni siquiera ha pasado, decía Faulkner. ¿Pero el futuro?

28 septiembre 2009

Andar por blogs

a veces es como andar por bares, cuando parece que hasta humea el café entre la pantalla y una, y es como leve, grato, cómodo.
A veces se hace odioso, como si un olor feo en el bondi nos obligara a elegir entre soportarlo o irnos. Seguimos. Yo sigo, hasta la parada, sigo. Frunciendo la nariz, pero estoica hasta llegar a destino. Puteando al bajar, cuando amerita.
O romántico, amoroso, caliente, o todas las variantes de la sensualidad. Como en la vida misma, salvo algunas cuestiones.
O que nos dan envidia. O me conmueven.
O una criaturita propia, feúcha, contrahecha, a la que no estaría mal matar, nada mal. Probar el desamor como un ataque al ego.
O pensar que no es nada y quedárselo, tal vez como un medio hacia ningún designio.

Y tratar de seguir de bar en bar, entre olores y muertes y algunas carcajadas.


04 septiembre 2009

Idos

Permítaseme consolarme tontamente por el mal de muchos, de algunos por lo menos, porque yo tendré quintuplicado mi DNI por perder dos y lavar otros dos veces el susodicho (quizás algo atempera que seis años después haya encontrado uno de los perdidos o quizás lo empeora, ahora no quiero hablar de eso), o me habré caído dos veces seguiditas en la misma vereda, si suena estúpido habría que imaginarse cómo se vio, y una de las dos veces nada dignamente porque mi pollera se levantó a la altura de mi nuca. Ni zapatos nuevos, ni veredas mojadas. Puras distracción y torpeza.

Pero Marta por ejemplo, por más que le decimos y le decimos, siempre queda mal con el señor Ramos García y le dice -inevitablemente, le dice- Ramos Mejía. Y eso que se cuida. Ella se distrae con las palabras, más bien, y por ejemplo repite y una otra vez supositorios en lugar de diapositivas, en una reunión muy seria y solemne con gente importante. Seguía con mi cara impertérrita salvo por las lágrimas de risa que no pude reprimir, hasta que debí salir corriendo al baño. Hundir desesperada mi cara en las toallas del baño no evitó, estoy segura, que mi carcajada se escuchara.

Otro que se distrae con las palabras es Javi, que dice partido rojo cuando quiere referirse al colorado o indígenas en lugar de campesinos.

También consuela, en otro orden, Laurinha, que se toma un taxi con el teléfono inalámbrico en la mano como si fuera un celular, o sólo al entrar en diálogo telefónico con el tipo del servicio técnico del cable, se da cuenta de que no está bien llamar para reclamar indignada que carece de señal, cuando está colgada.

O Jorge, que no sólo se ponía medias de colores distintos sino zapatos de pares diferentes.

O el otro Jorge que dejó el auto estacionado en el supermercado, hizo las compras y se fue caminando con su bolsita tranquilamente a su casa, y al no ver el auto en la puerta desesperó y llamó a la policía denunciando el robo, y sólo se acordó cuando la policía le informó que habían encontrado su auto a cinco cuadras, en el estacionamiento del supermercado. Hay que tener cara de piedra para seguir sosteniendo la denuncia diciendo "qué raro, se lo llevaron para dejarlo allá, lo habrán usado para hacer las compras..."

O unos amigos de Ale que fueron bajando después de la cena todos por el ascensor mientras quedaba, solito y desamparado, el canastito del bebé. Con el bebé adentro.

Así que, viejo, recordemos eso de la paja y el ojo, este... cómo era? Bueno, que a cualquiera le puede pasar, che.

02 septiembre 2009

Como si eso fuera poco

Este señor sí sabe explicar claramente cómo solucionar el problema de la pobreza.

Los fascistas siempre quieren quemar, matar, liquidar. Y cuando salen las viejas a pedir juicio y castigo a los cobardes chiquititos, las quieren quemar, matar, liquidar (siempre en mayúsculas y analfabetamente, como suelen escribir). Las viejas no dicen mátenlos tortúrenlos ojo por ojo y diente por diente. Las viejas dicen juicio y castigo.
Y cuando la vieja a la que le mató el pibito la cana o el prefecto o el señor respetable, pide que se haga justicia la quieren matar, quemar, liquidar.

Y nosotros somos los violentos.

Y esos señores ahora se presentan a elecciones y entonces dicen que apuestan a la democracia.


01 septiembre 2009

Dicen los pibes


Barrio de Monte Castro, Ciudad de Buenos Aires, mayo 2008