07 febrero 2010

Cortitos del Ecuador

Daría como una especia de vergüenza andar teniendo que preguntar todo, si ellos no respondieran con esa sonrisa amable y esa naturalidad: que Correa lleva tres años justito, que le había ganado a Noboa que es el dueño de las 40 empresas más importantes del Ecuador, que el Cotopaxi es el que tiene nieve, aunque ahora menos y que vale la pena acercarse, que no existen los volcanes inactivos sino que a veces son perezosos, que coexisten 14 nacionalidades indígenas, como 20 pueblos quichuas y poblaciones afroecuatorianas.

(el Cotopaxi)
Otras cosas se ven sin necesidad de preguntar mucho. Que los otavalos se dedican a los textiles y que los sábados todo el pueblo es una fiesta increíble de colores y música y que cuando les "pichincheás", como dicen los brasucas te sonríen y te preguntan: "¿usted cuánto ofrece?"


(la feria de Otavalo)
Que en medio de la ciudad de Cuenca, de cerca de 350 mil habitantes, pase un río claro, transparente, que es así porque es respetado como toda la pachamama.
Que hay gente en la calle, trabajo informal o semi informal, pobreza. Que hay más indios que blancos ocupando esos lugares.
(kiosco en la calle, en Quito)
Algunas otras se intuyen. Como acá pero más, que la derecha se irrite tanto, se enfurezca, mienta con desenfado, pareciera ser una señal de que Correa no es solamente -como ellos sostienen- un charlatán, sino que en algún lugar deben sentirse amenazados. Cada sábado, Correa va a distintos pueblos del Ecuador, y ofrece su informe semanal durante dos horas (al mejor estilo Correa, chicanenando, bromeando, lo cual irrita todavía más) contando cada reunión y acto de gobierno. Cada ministerio y dependencia pública tiene la obligación de informar sobre sus actos también. La derecha ladra, Sancho, que habla demasiado y que favorece la burocracia estatal. Los burócratas, por su parte, lo odian porque los puso a trabajar. Se intuye que tiene apoyo popular aunque los medios intenten reflejar lo contrario, se veía el día del "Comicio" en Ambato, cuando sólo bastaba mirar alrededor, y bastaba leer los diarios al otro día. 
 (Correa en el acto, tenía que poner esa foto)
Que tiene carisma, se ve en la foto. 
Se intuye también que no es fácil, que hay cuestionamientos, que hay errores. Que hay críticas destructivas por izquierda o por derecha, pero también de las otras, que cuestionan sin dejar de apoyar y apuestan al cambio.
Se intuye que son tan longevos porque tienen un clima espectacular, las mejores frutas, una humildad que es parte de su cultura, un paraíso diversísimo en un espacio tan chiquito. Nunca ví tanta gente tan anciana y tan bien como ví en Ecuador (sí, sí, no soy muy viajada, pero de todo lo que ví....).

(mercado público, Cuenca)
Se intuye también, que hay hoy un contexto internacional distinto, otras identidades en juego, que los movimientos sociales que antes no tenían voz ni participación alguna en la política hoy debaten, discuten la política, disputan su representatividad, imprimen un sello distinto a un juego político que siempre había estado en manos de las oligarquías más recalcitrantes (y siendo así entonces bienvenidos los errores si traen posibilidades enmendatorias).
Cuánto.

02 febrero 2010

Poner en contexto

A veces me despierto en modo “autoayuda” o “Bucay”,  o ese estilo. Se me ocurre pensar que suspendemos lo importante por lo urgente, y que lo urgente suele ser sólo urgente y raramente importante. Que desperdiciamos preciados minutos en pensar en el aumento del 8% de las prepagas, y nos enojamos horriblemente (yo me enojo horriblemente) porque pasaron 15 minutos y el puto 124 todavía no llega o que el calor agobiante seguirá y entonces otro asado el sábado como el del viernes pasado mejor no, y qué hago con la nerca que le encargué a Carlitos.
El paso de pensar qué cosa es una boludez y qué cosa no lo es, cuando se presenta, no es tan directo, porque una por ejemplo tiende desde a pensar que se merece tener un Split si labura 10 horas por día, para llegar a casa y por lo menos dormir fresquita, hasta hacer todo lo posible porque los hijos crezcan sanos, fuertes, inteligentes y solidarios.
Pero puesto en contexto, si nos ponemos a pensar, todo es una reverenda pelotudez. No porque no me merezca un Split (si Dios se ocupara de esas menudencias, sabría que me lo merezco -cuestión que de todos modos de nada me serviría), mucho menos porque mi niña no deba crecer bien, sino porque estamos educados, habituados, inmersos, diría empantanados, en una perspectiva individual y egoísta, donde nos creemos que antes que nada somos nosotros, nuestro laburo, nuestra familia, nuestros amigos y todo lo que tiene que ver con nosotros.
Si ese nosotros no fuera tan impúdicamente restringido, podríamos pensar en sociedades mejores. El problema es que ese nosotros es tan chiquito (no solamente para la aborrecible clase media de la cual reniego –como reniego tantas veces de ser argentina y poco puedo hacer por modificarlo- sino para por lo menos nuestra cultura “accidental y cretina” como le gustaba decir a Augusto Conte –no el sociólogo positivista sino un dirigente de la ¿desaparecida también ella? Democracia Cristiana en los ochenta, quien tanto hizo por la lucha de los organismos de derechos humanos en la Argentina) que ni sirve para un nosotros. El afichito del “tú y yo” con el ocaso de fondo, dejémoslo para los tontos y los enamorados. Tú y yo estaremos poco tiempo en esta puta tierra, y poco habremos hecho para mejorar la vida de los otros. Eso sí, capaz que ahorrando me compro el Split.
Si ese nosotros no fuera tan impúdicamente restringido, y si fuéramos –es lo que pienso cuando me despierto en ese modo “autoayuda”, que por algo se llamará autoayuda y estará de moda, y no la “ayuda al prójimo” o el “servicio a la comunidad” cuyo monopolio, como el de la violencia legítima, lo tiene la yuta yuta yuta- un poquito más humildes, pensaríamos que  los “trapitos” (término violentamente despectivo) no la pasan nada bien y es un horror que encima haya que castigarlos porque son feos, sucios y malos. Y no consentir que se nos diga con total impunidad que hay que ver si realmente lo hacen para susbistir (claro, algunos seguro lo hacen por hobbie, ¿no? O para joderles la vida a la burguesía, de pura conciencia social que tienen, o porque es el último grito de la moda) O nos pondríamos en el lugar del tipo que "nos estorba la puerta de entrada a la oficina" porque –impertinente él- quiere vender sus chucherías y no escucharíamos en silencio decir "qué molesto este tipo" a gente de moral respetable para la mayoría.
Pensaríamos que las cosas como están así no están nada bien. Por lo menos eso pensaríamos, si cada tanto lográramos poner en contexto y no fuera una mañana, o un atisbo de entender la realidad, o de caridad cristiana, sino un ver las cosas con ojos de humano, ir en contra de lo que se dice, no callarse, no admitir que haya gente "autorizada" para decir cualquier barbaridad en contra de cualquiera, porque "primero estoy yo, y mi familia y mis amigos". Bah.