24 abril 2012

Y los vamos perdiendo,
quizás porque abominamos la posibilidad de vernos a través de ellos transcurrir inexorablemente, 
o porque se nos presentan como piezas de un museo vital, nuestro pasado. Estáticos, odiosos, desafiantes.
O porque, como todo, esto también se gasta.  
O porque, a veces pasa, irrumpen otros gustos, otros deseos, otras expectativas.

El amigo, un blog, algún amor, estas palabras.

¡Comunistas!


Fragmento de "Humor dulce hogar", 1986

06 marzo 2012

Cosas de archivos

Si es por pensar cosas sin mucho rumbo, la cuestión esta de los archivos es toda una cuestión, si me preguntan.
Porque si te ponés a pensar un poco, parece una boludez, pero no es. Es un gran tema. Alto tema. Sobre todo estando al dope.

Porque se le puede entrar por ejemplo por el lado de la informática, pongamoslén. Un archivo del guor, podría ser, o del exel, o jotapegé que todo el mundo a estas alturas debe saber lo que es, supongo, o soy yo que vivo en una burbuja, aunque no importa eso ahora. Un archivo es un lugar donde se guardan datos, cosas, cositas, o es el dato propiamente dicho, y entonces es un tema importante. No por nada la gente te pregunta, seria: ¿vos tenés backup de tus archivos? En los laburos te joden con los archivos y vos te la pasás tranfiriendo archivos de un lugar a otro,

[Archivos de música, por ejemplo, sobre los cuales extrañamente ejercías fuertemente tu derecho a la propiedad privada, pasaron a ser parte de una masa informe que no te importa poseer, porque está allá al alcance de la mano. Si no te pasó dale tiempo, ya te vas a desentender del pequeño-burgués propietario que llevás adentro y querrás desprenderte de tus archivos digitales en formatos materiales. Te darás cuenta, pequeño saltamontes, que no los necesitas (está bien, está bien, yo también guardo románticamente discos de pasta y también escucho cassettes en mi equipazo que tiene lector de mp3 y cassettera -simple, eso sí-) y podrás prescindir de ellos como podemos prescindir de tanto otro objeto inútil. Será un paso hacia tu liberación].

tenés archivos subidos en algunos lugares, otros guardados en cedés, algunos algo inútilmente escondidos, muchos ocupando espacio de una manera inerte, destinados al baúl del altillo de Mis documentos. Pero ahí, justo ahí, los archivos digitales.

Otra es la cuestión de los archivos como esos lugares físicos, sitios, que guardan documentos y el propio conjunto documental, la acepción más tradicional, o vieja, qué sé yo. Cosa apasionante, si las hay, los archivos, de mis contadas pasiones: bucear entre papeles viejos, ver fotos, leer escritos de otras épocas, espiar relaciones, comprobar estados, percibir coyunturas.
Casi como el Feis, diría un voyeur de estas épocas.
Aunque estos lugares archivo suelan tener polvo, ácaros, hongos y otros incidentes menores, nada se compara con conocer el archivo: su presencia, su persistencia, su canto a grito de quiénes fuimos, quiénes somos, quiénes son, más allá de lo que digan. Conocer un archivo es asomarse a la historia como espiando, enterarse e indagar un poco más y un poco más, por vulgar curiosidad. Altamente recomendable como inocuo ejercicio del voyeurismo. Ni que hablar de hacer algo útil con eso también, por qué no. Hay gente pa todo.

Está el mueble de archivo también, y la caja archivo y todo lo que a los legos nos parezca aludir a un lejano universo jurídico, o contable, o burocrático, toda esa cosa de la que nosotros los hippies bohemios estamos tan lejos, y entonces caja azul de archivo nos suena algo aburrido, y ni te digo el mueble ese de la chapa inmunda que guarda unas carpetas colgantes que si son de las viejas de metal tenés que entrar a manipularlas con la antitetánica, según reza el contrato de la ART. Si me habré cortado. Esas -se llaman, no sé si dije, putas carpetas colgantes- van adentro del mueble ese archivo que decíamos al principio, no sé si mesplico.

Archivar también es dar por terminada una cuestión (después de haber dicho suficientes boludeces), así que.

03 marzo 2012

Volviendo del Uruguaaaay


El Umbral - Tabaré Cardozo, Emiliano Muñoz, Zurdo Bessio, Yamandú Cardozo

03 febrero 2012

Lo que el tuiter te saca

Amigos, ganas de leer cosas largas, ganas de escribir cosas largas, el horror a leer cosas mal escritas, el interés por la gente que parecía interesante, la ironía, la capacidad de argumentar, la emoción, la percepción, la humildad si la hubo, el interés por los blogs donde habitaban los amigos, las ganas de leer cosas largas, las ganas de escribir cosas largas y el horror.
Y sin embargo.

13 enero 2012

Si nosotros

O Meu Guri by Chico Buarque on Grooveshark

Seguro que se juntan ahí porque el andén es grande y hay más gente, o porque es un andén central y pueden ir y venir más fácil o porque esa estación tiene baños. Seguro que por eso ellos se juntan ahí.
Yo los voy conociendo de a poco, segundos sumados mañana tras mañana y tarde tras tarde, ida y vuelta, mañana y tarde, mañana ida, tarde vuelta y así, en ese cotidiano trasladarse de lugares como si algo de eso fuera propio de la condición humana, como si ir y volver fuera tan natural, como si fuera natural Buenos Aires y sus gentes o viajar por debajo de la tierra.
En esa estación, que es doble, el subte se detiene algún segundo más.
A ver quién se anima a definir qué es una familia en qué épocas, en cuáles circunstancias. Ellos: siete, ocho, nueve reunidos, zaparrastrosos algunos, más dignos otros, en el banco de la estación de subte. Conversan, se tocan, se chicanean, ríen y son hombres, mujeres, niños, púberes, adolescentes, embarazadas, viejas sin dientes, payasos reales, tránsfugas, atorrantes, pobres de toda pobreza.
A ver quién tiene el coraje de hablar de identidad entre parias, lúmpenes y marginados, quién hablando desde dónde puede decir ellos son qué.
Tiene no más de tres años y se acerca peligrosamente al borde del andén. De nada sirven las miradas horrorizadas y reprobatorias de las chicas, las que van a trabajar a sus oficinas o bancos o empresas de marketing, las que hacen ruido con las pulseras o se maquillan cuando van sentadas. Llega el tren a la estación y el nene sigue acercándose al borde, torpemente, y las mujeres se escandalizan con esa su madre que lo parió que no lo está vigilando en este mismo momento, que qué horror, que dónde mierda está por el amor de Dios.
Esto pasa muchas veces, muchos días, como si fuera una obrita ensayada por ellos para el horror. Funciona, y ellos parecen todos los días iguales a sí mismos, como si el tiempo no pasara y las mujeres niñas no se embarazaran y los viejos no murieran y los niños no murieran, o la gente no se quedara en la calle, sola, a veces.
Todos, los unos y otros que viajamos en el vagón del subte nos transformamos en uno cuando el tren se detiene en esa estación y somos ellos y somos nosotros, tan claramente distintos, nosotros tan parecidos entre nosotros remeras baratas o anillos de cierto valor, laburante obrero o de oficina. Nosotros tan distintos hace unos metros, unos segundos y tan parejos ahora frente a ellos, que son ellos.