01 diciembre 2009

Modestísimas e irrelevantes notas de un breve viaje al cercano Oriente

Grandiosidades como las banderas del Frente en cada barrio, cada puerta, cada coche, bici, mano. Ya lo dijeron mejor. La calle indiscutiblemente fue del Frente, siempre. Desde antes de Mujica. Desde Tabaré. Desde Tabaré intendente. Desde antes de Tabaré intendente. El Frente fue ganando la calle, fue ganando a La Calle (como nosotros no pudimos ganarle a De la Rúa -perdón por lo fácil- aunque creímos que sí) y ahí se quedó, puro corazón, pura bandera y murga.





Disculpamientos pido por ser porteña y escribir sobre charrúas. Disculpaciones doy por querernos -con toda razón- menos de lo que los queremos. Aconsejamientos hermanos, dénnos menos bola, si no esistimos nosotros, ta? 
Igual, ésta es imperdible:





Pacateces -en el sentido de mojigaterías-  discutir si el himno uruguayo cantado por el zurdo Bessio con un tímido ritmo de murga irrespetó los símbolos patrios. Si hay que criticarlo, que sea porque fue largo y porque los jugadores se despistaron tanto. Pero yo no termino de explicarme  por qué, señora ministra de cultura, no deberían tocarse los símbolos patrios y deberían persistir siempre iguales a sí mismos, estáticos. Aunque se nos hagan totalmente extemporáneos y ajenos. Cuando si algo identitario tiene la cultura de la civilización oriental es la murga. Y el zurdo, además, estaba tan lindo.


Envidiaciones -sanas envidiaciones- por la cultura política, por la humildad y por un real pluralismo. Por la institucionalidad. Por tener el mar que de este lado es río. Por el chivito y la Patricia. Por la murga, el candombe y el barrio Palermo aunque lo devastaran. 





Porque la senadora más votada en el país haya sido guerrillera y eso sea tan natural. La primera dama.


Recriminadas, sí, por qué no, nos lo merecemos por los procesos de justicia acá. Por el plebiscito y su fracaso. Adulamientos porque seguro van a empezar de nuevo viejos y chicos a juntar firmas otra vez, desde el pie, como la musiquita.


Así de distintos, Río y Mar de una sola agua, gotas quizás de un mismo llanto que nosotros, porteños estúpidos, no queremos mirar.

5 comentarios:

Horacio Gris dijo...

Muy bueno. "Así de distintos, Río y Mar de una sola agua, gotas quizás de un mismo llanto que nosotros, porteños estúpidos, no queremos mirar" impecable.

No sé cómo no escuché antes el himno yoruga cantado por el zurdo Bessio.

saludos

La candorosa dijo...

Tal vez exista un sentimiento en particular desde "el porteño" para con los uruguayos, pero desde mi pensamiento, siempre fueron hermanos y siempre nos están dando cátedra de ciertos "comportamientos" como ciudadanos!!!

Y en mi caso, no soy de envidiar, tal vez admiro lo que logran como pueblo ¡¡¡y me encantaría aprender!!!

Además, ¿por qué les envidiaría el mar? ¡¡si en mi ciudad nos baña el mismo océano!! -Mar del Plata-, otra razón para sentirme ¡¡más hermanada!!

Oiga, yo también la disculpo por ser porteña, eh!!! juas!!

Besotes!!

G dijo...

Horacio, viste lo lindo (y lo largo, je) del himno? divertidísimo era ver echar chispas a los mas nazionalistoides... eso me garpa el viaje! cómo me gusta cuando se enoja la gente esa....

Cando, los porteños amamos a los uruguayos. Pero también ahí hay una cuestión medio "paternalista" (por no decir egocéntrica). Ellos no nos quieren tan "incondicionalmente", pero no sólo ellos. Los porteños (cierto tipo de porteños, es cierto, pero lamentablemente es hegemónico) nos hemos ganado justamente broncas varias por el mundo.
En cuanto al mar, también se los envidio a los extranjeros de Mar del Plata (es una chicanitaaaa, gracias por disculparme el porteñismo)

Anónimo dijo...

Yo los quiero tanto que no me privo de hablar de ellos. Me duele que el sentimiento no sea correspondido, los porteños nos ganamos la antipatía de todo el mundo. Mirá: en Buquebus los únicos que hacían escándalo por cualquier cosa eran los argentinos, llegué a decirle a una vieja: señora, pare un poco de ser argentina, diga lo mismo de buena forma que el señor está trabajando!

Qué se yo, en la época de mis viejos éramos hermanos, no sé- o sí- qué pasó en el medio.

G dijo...

Nos hemos convertido en detestables. Es cierto lo que decís de otras épocas, Eme. De hecho, hasta las dictaduras había una estrecha solidaridad argentino uruguaya. Pero en determinado momento, el prototipo del porteño arrogante, piola, el que se las sabe todas y la tiene más grande, vino a ser -para el resto del mundo- el sinónimo de argentino. Y claro, quién nos querría.