En tren de recuperar, el 4 de mayo escribía esto, que dejé porque me pareció una huevada, además de que no sabía bien adónde iba. Pensaba en gentes que conozco, que se nos cruzan. Gentes que tienen algunas características comunes, y que se trata más de una cuestión de medios que de fines, digamos de una forma de hacer las cosas, más allá del objetivo que se persiga .
Pensaba en el poema de Borges de más abajo y lo poco que somos, puestos en contexto.
Pensaba en el poema de Borges de más abajo y lo poco que somos, puestos en contexto.
De las categorizaciones de las gentes que hacemos en la inrigurosa sociología de mercadito, toda una ciencia del canyengue, hay una categoría, la que denominamos jugadores de ajedrez, que conforman un grupo bien delimitado (nota: la rama de la sociología de mercadito que estudia las conductas sociales es la psicología social de mercadito, y este intento debiera encuadrarse en esa disciplina. Dado que la misma aún no ha sido debidamente desarrollada, será la propia sociología de mercadito la que se ocupe de comprender por ejemplo por qué catzo Tita mi vecina es tan jodidamente reaccionaria, si porque escucha a Longobardi o por la cultura machista, por clase social o por crianza, o por cuántas otras variables y sus combinaciones).
Jugador de ajedrez es una categoría que combina un carácter astuto, audaz y premeditado, con un escenario que él mismo intenta transformar a medida que los acontecimientos se desenvuelven.
Es un jugador de ajedrez quien sabe inclinar la cancha para que las cosas salgan a su favor, es aquél que intenta (no que siempre lo logre) caer de pie, o se sobrepone, o es capaz de esperar para lanzar la estocada. Es el que suele acomodarse mejor, el que sabe en qué momento de la fiesta hay que llegar, el que sabe controlar los silencios. Puede ser jodido o no, bien o malintencionado, auténtico o hipócrita, valiente o cobarde. Los hay de izquierdas y de derechas, en lo privado y en lo público, en lo cotidiano y en lo que lo trasciende. Según las combinaciones serán oscuros, astutos, esquivos, pícaros, inquietantes, odiosos, conspirativos, interesantes.
Todos ellos son enemigos no declarados (porque declararlo sería mostrar el juego y eso no es de buen jugador) de los espontáneos, los intempestivos, los irreverentes, los indiscretos, los desmedidos.
Los jugadores de ajedrez son premeditados, por eso corren con ventaja, por eso nos sorprenden, nos ganan, nos engañan o nos enamoran. Ellos saben lo que a veces olvidamos quienes no jugamos, que estamos en un tablero y que se vale adelantar las jugadas, dominar el escenario, prevenir, premeditar, saber cuándo es el mejor momento para estar, para parecer, para semejar o para desaparecer. Los que nos olvidamos sólo nos sorprendemos de vernos a veces piezas y otras veces no.
Ajedrez [Jorge Luis Borges]
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
2 comentarios:
Qué maravilla ese " Que Dios, detrás de Dios la trama empieza". Con ese único verso podremos pensar un año.
Viste María Jesús? también me maravilla esa frase, si querés escucharlo a él mismo, pinchá acá: http://www.metajedrez.com.ar/borges.htm
No puse el mp3 porque me conmueve el doble leerlo que escucharlo...
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