La de la brevedad de la vida, la de no poder morirse cuando se quiere, cuando hayamos hecho nuestra revolución o hayamos sido felices o de puro embole, o cuando finalmente haya aprendido a bailar.
La de nuestra paradoja social: dejar de ser iguales en el momento mismo en que nos escupen al mundo y estar obligados a la convivencia social. Ser la expresión misma de la injusticia.
La de la precariedad del amor, me perdonen románticos, enamorados, creyentes, persistentes, divulgadores, apologistas, novios, ex novios, amantes, esposos, adolescentes, amigos sensibles, poetas, músicos o guionistas de novelas.
La de la eterna suspicacia: nos mienten, conspiran, esconden, omiten, eluden, evaden, inducen, engañan, siempre, todo el tiempo, en todos lados, a todos los niveles, ellos.
La de nuestra tendencia a arruinar las cosas: en lo personal, en lo social, con el medio ambiente. Si no hay guerras inventarlas, si estamos tranquilos sobresaltarnos.
La de que la humanidá está cada vez más al borde del colapso. O capaz que eso es por eso de la globulización, váyase a saber. Hoy es mucho más fácil ser un cretino o un genocida, por ejemplo, y los efectos son más inmediatos y pueden ser más masivos,
la de nuestros variados motivos para la supervivencia o el suicidio,
la de nuestras faltas: humildad, conciencia de especie, amplitud de mirada, perspectiva.
La de poder dormir profundamente cada noche.
"La vida es un soplo", Fabiano Maciel y Sacha, 2006, fragmento.
[Para Fede, que acaba de estrenar profesión.
Y para Guile que pide posts … ¡¡con texto!! -valga la intención-]
3 comentarios:
Tremendo el viejo. Tan sabio... "que la vida sea más decente para todos. Ese debe ser el pensamiento de una persona normal". Y tremanda vos Gachi (lo que te essstrañamos, nena!), cómo no voy a insistir con que escribas...
Tremenda, no?
El viejo es in-cre-í-ble, y el documental es excelente, por eso le hincho al flamante arquitecto!!!
¡¡¡Y yo también los extraño!!!
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