-Parece que seguimo así hasta Virreyes, -dijo el de traje y se rieron el de remera deportiva y la mujer que había quedado parada al lado mío cuando el subte cerró las puertas. No estaban cerca entre sí y yo trataba pero no podía encontrarles el denominador común: puestos distintos en una empresa, trabajadores de una galería, el cadete y los abogados, gente que siempre coincide a la misma hora en el mismo viaje, pero no, nada de eso encajaba bien, por edad, vestimentas, ondas.
Cómo nos compartimentamos, las personas.
-Ya te dije, Kevin, tenés que cambiar de actitud (le gritaba al Blackberry)
Me di cuenta de que esa voz femenina y algo estridente podía ser la respuesta cuando otros en el mismo vagón se buscaron las miradas. La situación me preexistía, preexistía a la estación Jujuy del E, quién sabe si no vendría de la misma Bolivar, pensé, aunque inmediatamente me pareció exagerado.
-Vos tenés que cambiar de actitud. Así, con esa actitud no vas a ningún lado, ya discutimos eso.
No hacía falta escuchar durante mucho tiempo para darse cuenta de que esas frases se iban a repetir a lo largo de toda la charla entre la chica del subte y Kevin. Y seguramente fueran las mismas al comenzarla, pongámosle Independencia, para darle tiempo a la gente a miradas, sonrisas, complicidades. Kevin bien podría estar escuchando lo que ella le recriminaba, o haber dejado el celu lejos de su escucha.
-Actitud, dijiste, tu mamá, conversar, reflexionar, actitud, futuro, cambiá, cambiá. Ningún lado, -siguió diciendo, indistintamente, incansablemente.
-Parece que Kevin no quiere entender, -opinó, el de remera que se había reído cuando el de traje dijo que parece que seguiríamo hasta Virreyes. Y un gordito, petiso, sonriente, dijo: -a ver cuál es, - y se acercó unos pasos a la voz estridente.
La gente del vagón, los primeros espectadores, nos invitaban a los nuevos a presenciar el acto.
-Vas a tener que pensar muy bien las cosas, porque con esa actitud no vas a ir a ningún lado.
Urquiza, Boedo.
Hablaba, se enojaba, parecía que la situación se extremaba. La chica exaltada, nosotros mirándonos, sonriendo, algunos hablando por lo bajo y uno:
-¡Kevin, hermano, cortale por favor!,
El chico lo gritó, desde lejos, hasta dónde había llegado la audiencia. Las sonrisas devenidas risas de todos instigaron a los más chistosos o corajudos. -Kevin, mejor andate ahora, todavía no es tarde, -Kevin, me parece que esto no está bien, algunas guarangas y otras que no escuché. No creí que Kevin pudiera escuchar todo eso desde su celular.
Cortó.
Creo que ninguno de nosotros podía haberla descripto, porque ninguno se animó a mirarla directamente. No se podía, lanzaba chispazos por los ojos.
Avenida La Plata.
El gracioso de remera y el de traje sonrieron más cuando se paró, pero en cuanto empujó y se paró adelante, otro dijo:
-¡Eeeeh, todos bajamos!
Yo lo ví en cámara lenta, por eso lo puedo contar. La mujer volvió lentamente la cabeza, su pelo rubio se movió despacio y dijo, con furia: -Perdón, ¿VOS ME HABLASTE A MÍ? (lo dijo en mayúsculas, yo estaba ahí).
Ni siquiera sé con certeza si era joven o vieja, podía jurar que tenía voz de joven pero me aterraba mirarla.
El chico primero puso cara de boludo, como si no fuera a decir nada. Cuando la mujer repitió la pregunta, el flaco farfulló: -Dije que todos nos bajábamos, que pidiera permiso.
-YO PEDI PERMISO, -dijo, a los gritos, como si fuera a pegarle.
-Ahora sí pidió permiso. Pase, por favor, -dijo el pibe y todos estallaron en carcajadas.
Como cuando uno siente que quiere más a su pareja, o a su mamá, o es mejor persona, cuando presencia peleas de otros, las estaciones que me quedaron hasta Varela transcurrieron en un sosiego mayor al de otros viajes.
6 comentarios:
Estaba pensando que, seguramente , gritais como españoles...qué mala herencia.
Gritamos como italianos, la verdad... ¡que es mucho peor!!! (para los "tanos", con onda).
Exacto! Gritamos como italianos, María....Solo que a los niños les ponemos Kevin como sólo los argentinos hacemos!
(muy gracioso, Gra)
Pobre Kevin, che.... una madre tan salame y una novia tan hinchapelotas (y gritona), no debe pasarla bien...
Te compadezco Kevin, pero que lindo viaje me regalaste es la premisa!
Es cierto, Federico, nos regaló un lindo viaje.
Saludos!
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