13 agosto 2010

Víctimas

El perro lloraba afuera, podía ser en la plaza, por ahí. Y los perros de la cuadra replicaban ladrando, quizás pidiendo auxilio para su amigo en desgracia, quizá pretendiendo tranquilizarlo o quién sabe qué cosa de perros. Gemido y ladridos incomodaban la noche, la perturbaban. Escucho la voz de un tipo que fue al auxilio, el bicho que se calma, o al menos calla. Una señora grita "¿está bien?" y todo vuelve, imperceptiblemente, a la tranquilidad, al silencio lejanamente intervenido por el ruido de un auto. Todos nos dormimos.
El pibe debía tener unos once y lloraba. Sucio, maloliente, pasado de pegamento lloraba. Solo, sin grandes ni chicos que lo acompañaran, lloraba dolorosa, angustiosamente. La gente se apartaba lo más posible y hasta podía ser gracioso comparar desde arriba la fila de personas que hacía una curva frente a él, con una fila de hormigas que esquiva un obstáculo. Pero no era gracioso. Nadie preguntó nada, nadie miró, nadie intentó acercarse.
La misma gente.
Algo anda bien para el culo en estas sociedades.



Más murguita oriental. La Mojigata de este verano.

4 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Ya leí el otro día que alguien proponía hacer más cárceles en vez de más escuelas.
Y luego la iglesia no quiere aborto ni preservativo.
¿quién entiende?

G dijo...

Claro, hasta se podría hacer una proyección de cuántos nuevos niños-delincuentes (menores, como en el video) nacerán. Quién entiende, exactamente...

Anónimo dijo...

De terror, qué te puedo decir, no se banca. "Menores" es una palabra que ha remplazado "niños" no había reparado en éso. La jurisprudencia está por encima de la semiótica.
Siniestro, amiga.

G dijo...

Nombrar al "otro" -ya que es otro- de otra manera siempre fue la forma más violenta de discriminación. La murga, qué manera de presentarlo!!
Un abrazo, eme