02 marzo 2010

Las noches y los días

La noche se hará día, esas cuestiones del ciclo natural.
Entonces
Mi vecino adolescente se da cuenta -o le alguien le dice, y yo agradeceré de ser así a quien lo haga- que nunca, nunca, jamás de los jamases, podrá tocar bien la batería, porque carece de un sentido que no siempre, pero sí en este caso, es esencial para sobrevivir: el del ritmo. De día, para seguir en tema, la hermosa placita de enfrente de casa suspira alegre y silente cuando los ensayos de las murgas -por fin- terminan, y yo no tengo que volver a defenderme ante H. porque me gusta más la murga uruguaya, aunque a la de acá, claro, le reconozco el esfuerzo.  
De día también, y no de noche, sé lo que hay que hacer. Buendiaunoveinticinco, seguir con el libro, bajar antes del bondi porque Corrientes de nuevo, buen día, buen día y a esto ya te pedí que le pusieras fecha y la reunión la hacemos un poco más tarde, no hay problema, no? 
También ocurre de día el punto justo del agua para el mate, comprar jabón en polvo, pensar en la semana.
Que si tengo trabajo, plata, pareja, hijos, proyectos, publicaciones, esas menudencias aparecen de día.
Cuando llego a casa sola o acompañada de día, mis vecinos me saludan con una amplia sonrisa.
(Matilda y Clarita no tienen preferencias).
De día se disipan las dudas de la noche, que vuelve, la muy puta
Entonces
Que adónde va mi vida, que esta edad rara, que si habrá vuelta atrás de alguna cosa. El ruido del cartonero revolviendo la basura acontece de noche. Los gatos que cogen a unos metros de mi ventana, las cosas vitales acontecen de noche.
Cuando despuntó el vicio, sin dudas, tuvo que ser de noche y de noche es más fácil desaparecer o ser desaparecido. 
Y de noche no importa si es que tengo trabajo, si la ropa está arriba o cuán corta es la vida porque de noche, extrañamente, sabemos que es mentira lo que pasa de día. O mejor, de noche sorprendemos nuestras hipocresías.
De noche 
Cuando llego a casa sola o acompañada, mis vecinos saludan con amplia suspicacia.
Quizás, confundida entre la oscuridad y el silencio se agazape cómoda la conciencia de género de la noche, esa loba devoradora de certezas, y sólo importe que estamos sin destinos, no nuestros muertos recientes y nuestros futuros muertos, sino esas incertezas: los miedos, los deseos, sabernos vulnerables.
La puta de la noche.












5 comentarios:

Horacio Gris dijo...

Muy bueno. De noche las cosas siempre son distintas.
El ruido es uno de los elementos que hace la diferencia (lo nombro porque aparece en distintos momentos del relato).
De noche importan otras cosas, importan las importantes tal vez?

saludos!

PÁJARO DE CHINA dijo...

Qué potencia y qué ternura en tus palabras. Yo vivo de noche, Gra. Me aquieta los temblores, me arrasa los ojos, me estremece con sus silencios. Es cuando la escritura fluye sin red y sin arneses y todos, supuestamente, duermen. Yo escucho música y soy la Srta. Nosferatu. Salgo al balcón a acariciar las plantas (me siento Celeste Carballo ..., je), los perros me hacen el aguante, me deshago, me disuelvo.

Qué bueno volver a escucharte. Me encanta el nuevo diseño de la casa. Perturbadorrrrr.

Te abrazo muy fuerte.

pichi dijo...

muy lindo muy, la noche saca la basura de los dias digo yo...

mariajesusparadela dijo...

Sí, parece que es cierto, por la noche bajamos la basura...


(qué bien que has vuelto, después de tanto tiempo)

G dijo...

Gracias Horacio. Es cierto lo del ruido, que hace la diferencia. Y la compañía -y las soledades- quizás, también.

Te sé escribiendo de noche, Pájaro, porque lo has dicho, pero además se te nota. Tu escritura, la que habla de vos, es la nocturna.

Pichi, amiguito, sos un tapado, vos. Siempre me sorprendés.

Gracias Ma. Jesús por seguir dando vueltas por estos lares. En realidad, lo más mío es la inconstancia.

Saludazos!