09 agosto 2009

Gracia' a Dió


-El marido de Cecilia, Edgardo, te habla. Ya me había sobresaltado el ruido del teléfono, y ahora esa voz, una frase de alguien que dice "marido". Tardé eternos segundos en colocar cada fragmento de pasado en mi memoria, Marido, Edgardo, Cecilia, esa voz, encajar esas cosas juntas diez años atrás, o quince (¿quince?) un laburo compartido, bien compartido y divertido, Cecilia, no éramos muy amigos pero por esas épocas solíamos juntarnos más. Amistades de laburo, toda una categoría efímera de amistad. Nunca había vuelto a verlos. Además, Ellos Vivían En Provincia.

-¿Cómo anda la familia? lanzó.

No me dio tiempo a pensar (¡¡¿¿cómo anda la familia??!!). Sobre el eco de mi inevitable "bien gracias" arremetió con una extraña verborragia donde cada tanto podía distinguir la palabra "Dios", que nos bendecía y eso era lo más importante a lo que yo -que no terminaba de reaccionar- sólo decía qué bueno, qué lindo intercalando con múltiples mirá vos, con la voz como si me hubiera clavado una pastilla de Roiphnol.

-Mirá, te estoy llamando porque Ceci está por cumplir cuarenta años.

Tengo que pensar algo coherente, esto es igualito que cuando me llama mi prima la pánfila. Debo setearme en modo persona normal, rápido, rápido.

-Ay, ¿cuarenta? ¡qué chiquita!- (¿pero qué me tomé? ¿cómo puedo ser tan idiota?)

-Sí, sí, bueno, ella no sabe nada...

-Ah, ¿en serio? ¿No sabe que cumple cuarenta?
(Ay, si alguien vio mis neuronas, por favor...)

-No, jajaja, lo que no sabe es que entre las amigas le están preparando una fiesta sorpresa.

Fiesta sorpresa. Para gente como yo que aborrece tanto las fiestas como las sorpresas (una amarga, sí), una fiesta sorpresa puede serme tan grata como el sonido del despertador un lunes a la mañana, o un dolor de oídos, no sé, algo feo. Pero ésta, además -no terminaba de comprender cómo- incluía a Dios. Y a cincuenta (sí, habló de cincuenta) personas que yo no conocía, entre los que iba a haber muchos niños de todos los colores y tonalidades de chillidos. Una fiesta, qué lindo.

-A mediodía la pensamos hacer, ojalá que haya sol, porque después a la tarde va a ir cayendo la familia, que son un montón también, igual mirá que es continuado, eh? la gente se va a la hora que se quiere ir, nosotros gracias a Dios, y eso es importantísimo, tenemos las puertas abiertas, completaba el Egar y cada frase me alejaba inexorablemente de la posibilidad de ir.

Durante eternos minutos me habló de su familia y de Dios y yo intentaba explicarle que no iba a poder ir ese día justo al mediodía de ese día a esa hora justo en ese lugar, resulta que los sábados no puedo porque la enana, porque justo tenía que estar justo a esa hora y no creo que y vos llamame cuando llegues a la estación de Adrogué.Anotá mi teléfono.

-¿Adrogué?

Repetí sin anotar cada número que él decía y erré por un dígito -sólo uno- a la hora de darle el mío.
Probablemente no vuelva a verlos y está bien que así sea. Dios sabe que está bien.

6 comentarios:

Laura dijo...

Uh! Qué cagada! Te equivocaste al darle el número y no pudiste anotar el suyo! qué problema! Es el stress, seguro...che, y en Adrogué, por dónde será la casa? Tal vez si vas a la estación y preguntas al vendedor deboletos por Edgar, tal vez lo conoce... no sé, es una idea...

G dijo...

Ay, gracias Laura! voy a hacer eso, che... este... y vos sabés cómo llego a Adrogué? (con perdón siempre. Mis amigos bahienses, ramosmejianos, isidrocasanovatos, marplatenses, morenistas -je- y otros amigos del exterior, los que me quieren de verdá, saben que mi porteñounitarismo no es malintencionado).

La candorosa dijo...

¡¡Gracia' a Dió que se equivocó un dígito!!
Aunque mejor hubieran sido dos...

Saludazos!

PD: ¡¡¡nada más lindo que compartir un festejo con más de 50 desconocidos!!! pepepepepeee (?)

Elio Puntieri dijo...

Ahh... nada como una fiesta sorpresa para lograr que uno termine por aborrecer a la humanidad.

Todos los que me conocen saben que si algún día me quieren organizar una fiestita de esas, GRACIa´ a DIÓ se habrán ganado un enemigo.

Horacio Gris dijo...

Pero qué lindo! no faltaba nada para que fuera una velada excepcional.
Además, con perdón de los-de-más-allá-de-la-general-paz, ADROGUÉ es como que dijera, -no sé- Stalingrado! Y más cuando es referido a una persona que uno no tiene muchas ganas de ver.


Dios sabe que está bien que pierdas contacto con Cecilia. Él sabe todo (eso dicen).

saludos

G dijo...

Es que sabe, Cando... me parecía más leve, jeje, como que algo de culpita me dio y parece menos grave si cambiaba sólo un dígito... y sí, pepepepepeeee
Abrazo

¡Uy! devuelvo el papel picado, Waitman...

Gracias Horacio... si Dios sabe que está bien, ¿qué podría decir yo, simple mortal?
Saludos!