12 diciembre 2010

La inminente amenaza de un silbido a la propiedad privada

Si alguien quiere alquilar este lugar, me avisa hasta antes de fin de mes.
Eso sí, hay que ser de estómago resistente:


—Aprovechan ese terreno ahí a la vuelta, eso da justo a lo de Marta, esa casa está tomada. Yo tengo miedo de que vengan saltando por las azoteas. Yo dejo la rendijita abierta de la persiana porque desde ahí se ve si hay alguna sombra y no se veía nadie, pero yo lo escuché clarito.
—¿así? Fiu—fiuuuuuu
—sí, algo así, no sé, no escuché tan bien por el viento y la tormenta, pero que escuché silbidos, eso sí. No sé si venían de la plaza o de dónde.
—Aprovechan cuando hay tormenta para afanar. Hay que mat… yo los odio Tita, no sé, hay que tener mucho cuidado. Los negros silban así, se silban entre ellos. Esos son códigos que tienen, siempre chiflan cuando están afanando. Fi— fiuúuuu, silbó y miró a Tita.

Sic

7 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Malos tiempos, sobretodo para los que a la hora de comer tienen que silbar.

Horacio Gris dijo...

Los delirios paranoides de la gente toman ribetes pintorescos, eso no se puede negar.
Me resultan curiosas las hipótesis antropológicas que arman, como si hablaran de habitantes de una parte lejana y desconectada del globo. Es fantástico, imagino que eso resta una cuota importante de culpa a la hora de posicionarse con respecto a algunas cuestiones...total, de lo distintos que son, casi que no son humanos. Si silban en vez de hablar, incluso...

saludos!

G dijo...

Exactamente, María Jesús, tú lo has dicho mejor.

Yo no sé, para mí pintoresco es Pino Solanas, ponele...
Tu comentario sobre "el otro" y el silbido, muy bueno.
Horacio, dale, ¿y si seguís escribiendo, cada tanto?

mujerdeole dijo...

Coincido con Horacio, es increíble los ribetes paranoicos de la gente. Hoy en la cola de Coto escuché cosas de lo más desopilantes, Almodóvar un poroto.
Con qué poco pueden un puñado de mafiosos armar el caldo de cultivo para acabar con años y años de trabajo y, sobre todo, de fuerza colectiva.
Cómo puede ser qué tan fácilmente se pueda tirar abajo, cual castillo de naipes, la palabra nosotros que tanto nos costó construir?

Un abrazo

G dijo...

¿Sabés que estaba pensando lo mismo, Mujer? La sensación de que o nos creímos algo que no era, o es tan frágil todo, tan difícil defender lo que se gana...
O será, finalmente, que nos falta tantísimo más ¿no?

Otro abrazo!

pichiortiz dijo...

mas que sic, sick

G dijo...

También, Pichi.
Lo peor es que contagian...