24 abril 2009

Años

Mirarás hacia atrás y verás más de lo que has imaginado, tantas eras. Años, tantos en vos y muchos más (los mismos y otros) ahí tirados, de todos, de la gente que está ahora. Pero también de los que ya estaban y nos cuentan. Y de los que vinieron después, cuando ya estabas (que cada vez son más, mierda, cada vez son más). Años también de los que se fueron ya hace tiempo. Y de nuestros muertos recientes. Y de aquellos quienes sabrán de vos por otros.

Años propios, digamos, con sus gentes.

Privados y públicos, conocidos o ignotos. Amigos, enemigos, viejos amores, nuevos deseos. Afectos, obligaciones. Convivencia obligada, libreelecciones. Gente en la calle y esos viejitos mirando por la ventana de un geriátrico de lujo en Villa del Parque. Los mundos que no fueron, los que no podrán no ser. Los nuevos mundos.

Te contaron de bisabuelos, de Evita, de cuando Uruguay ganó un mundial de fútbol, del Che, de Mussolini. De las grandes guerras y de cuando el tío Carlos te hacía enojar a propósito jugando al culo sucio. De la revolución rusa. De las montañas, de la nieve, de Argentina en los treinta. Contás a los nuevos de tu historia. Que se jugaba carnaval, que la nostalgia. Que te hiciste de River. Cuando ganó Alfonsín, que había un muro. Que el SIDA no existía y otras cosas.


Que desaparecieron y las Viejas, contás de Maradona, de los Bushes. Que te aburriste.

Y contarán de vos lo que les plazca. De tu carácter, tu humor o tu indecencia. De épocas de muros, nuevos muros construidos con aquellos mismos ladrillos. De nuevas catedrales, nuevas guerras. Temas viejos, mentiras, nuevos héroes.

El tiempo debería medirse en gente que cuenta...


5 comentarios:

Cando dijo...

Lo que cada uno de nosotros sepamos contar, contará, seguro!!

Para que la memoria no se pierda con los años!!

Saludos!!

Pablo Libre dijo...

Siempre me gustaron los principios, porque todo está tranquilo. Ya en el nudo, nos empezamos a preguntar -más si sos un melancólico incurable como yo- que fue de ese momento que pasó y por qué tuvo que pasar. En el final, supongo, todo se recordará con cariño, aunque algunos tienen la suerte de que su mente seleccione sólo momentos.

G dijo...

Saber contar, Cando, nada menos. Qué, cómo y por qué, y cuáles cosas contaremos -y cuáles no!- formará parte (chiquita, doméstica, quizás) de la historia del futuro. Saludos!

Pablo, bienvenido al club de los melancos, también... yo no puedo parar, te confieso. Todo el tiempo pienso "qué fue de lo que pasó" y por qué pasó. Y uno -lamentablemente para mi gusto- acumula cada vez más "momentos que pasaron", entonces elige cada vez más qué recordar, qué exaltar y qué contar.

Creo que cuando "se cuenta" se recrea lo que pasó (en la memoria, como dice Cando, o el inconsciente colectivo -como diría Charly, je- y le agrega un "algo" más al contexto, a la realidad, algo de lo que nunca hablarán los libros de historia, porque tendría que ver con nosotros mismos (y nuestras circunstancias, claro, inevitablemente).

Elio Puntieri dijo...

Me hizo pensar en toda la información que se pierde cuando una persona muere. Yo siempre digo que cada persona debería dejar un libro escrito, dejando constancia de "algo". Lo que quiera. Anécdotas, hechos vividos, cosas increíbles por las que haya pasado... qué se yo
Hay tantas vivencias en una persona, que no es justo que todo eso se vaya a un cajón.

Mire, le voy a contar una infidencia, pero que quede entre nosotros: el domingo falleció mi mamá. Y... pucha digo, me estoy acordando de las cosas que no le pregunté, y que sólo ella podía decirme.
La receta de las berenjenas en escabeche, por ejemplo.

G dijo...

Qué cosa Waitman, ¿sabe? yo también le voy a contar algo: hoy es mi cumpleaños. Y me llamó la tía Herminia, como todos los años (la tía Herminia es la mamá de prima la pánfila, pero no diga nada) para saludarme. Extrañamente, porque yo pregunto poco, me contó cosas de mi vieja, que murió cuando yo tenía 9. Y pensé lo mismo, mire vea. Cómo me hubiera gustado que me contara, por ejemplo, por qué lloraba tanto cuando murió Perón -si mi familia era taaan gorila- o sencillamente, cómo diablos se hace un dobladillo prolijito.