08 febrero 2009

Saber combinar

Saber combinar no es un don menor. Hay gente que posee ese talento y produce unas combinaciones siempre asombrosas. De ropa, de sabores, de colores, de amigos.
Se visten de manera que siempre están bien, aunque estén de lo más informales o hasta deportivos, con todo lo que pueda odiar yo esa indumentaria. O pueden hacer magia con dos puerros y un tomate o saber qué especia pega con qué tipo de carne. O entrás a sus casas y quisieras vivir allí, tener esos muebles, esas paredes.
Los que saben combinar amigos organizan esas reuniones en donde todos nos sentimos cómodos, tan bien estamos con algunos que ya conocemos y otros con quienes seguramente podremos congeniar, que siempre vamos contentos, sabiendo de antemano que volveremos felicitándonos por no haber dejado de ir, por haberla pasado bien, por haber tenido un buen momento.
Cuando quien organiza la reunión no posee ese don, suelen presenciarse diálogos como éste:
-Estuve leyendo lo último de Pauls.
-Ah, tiene otro programa ¿no? Me gusta ese pibe.
-Son varios, ¿no?
-¿Y el que está bueno cuál es?
O
-Yo, cuando era pendejo, salía a pintar todas las paredes con la Pe y la Ve.
-Ah, ¿eras vos?
O
-Leí el otro día acerca de la rebelión del Taki Ongoi
-Ojo, ¡eso fue todo un invento de la prensa!
 Y otros parecidos, o distintos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De las reuniones donde los invitados no han sido combinados como corresponde (?), me retiro, haciendo un discreto mutis por el foro...

Saludos y mi candor, siempre!!

Elio Puntieri dijo...

Me resulta incómodo organizar reuniones y ver esa clase de diálogos...

Es lo mismo que sentía, de adolescente, cuando mi vieja se ponía a charlar con mis amigo.

A diferencia de Candorosa, en esa clse de reuniones prefiero emborracharme.

G dijo...

Como que en ambos casos uno preferiría no estar, ¿no? Es una situación bastante incómoda. Coincido con vos, Waitman, en que con la cantidad necesaria de alcohol no sólo se soporta: yo me he divertido bastante en reuniones así, pero creo que anda parejo con la cantidad de veces en que como vos, Candorosa, no pude soportarlo y (intuyo que menos discretamente) "agarré y me fui".