11 septiembre 2008

Actitud Buenos Aires (para una sociología de mercadito I)


La grasa de las capitales, se sabe, es un problema universal. Pero la grasa de los habitantes de las capitales es una cuestión típicamente porteña. Es lo que nos hace a los argentinos -hegemonizados nos guste o no por los porteños- creernos los mejores del mundo. Garcas hay por todos lados, grasas también y no sólo en capitales. Pero Baires ofrece, para propios y ajenos, la combinación más irritante de personalidad individual y social -si tal cosa existe- que puede encontrarse en estas épocas, en estos lugares, y cuya caracterización cuenta además con un consenso absoluto.
Para peor, no nos creemos colectivamente los mejores del mundo, sino que cada uno de nosotros o de nuestros grupos cree merecer ser, en acto o en potencia, el mejor del mundo (y eso desde chiquitos, así, 6º grado "A" no es mejor que 6º "B", sino el mejor del mundo, o si ganás a las figuritas o sos el abanderado, o lo que sea), y así indefinidamente.
Esta espiral ególatra, egocéntrica -mas no egoísta- ya a primera vista, sin llegar incluso a mirar más que la superficie, huele a quilombo. Hasta un niño se daría cuenta de que para ser primero, hay que ser el único. Vaya paradoja. Necesitamos de nosotros mismos, como necesitamos a los otros, pero para joderlos y jodernos la vida. Así es como funciona la idiosincracia porteña (y argentina por extensión -de nuevo y con disculpas).
Ese comportamiento se repite desde el átomo de la sociedad (concepto de una sociología de mercadito de principios de siglo XX), pasando por su unidad básica (hablaba de la familia, aunque sí tiene en común con los lugares donde se reúnen los peronistas en que también se juntan para pelearse), la promoción 98, Boca Juniors o la clase trabajadora sea lo que sea que hoy signifique.
Esta "actitud Buenos Aires" -que domina el ser argentino- no tendría entonces su origen en conductas individualistas, como suele suponerse, sino por el contrario, gregarias. Es el instinto gregario el que nos impulsa fatalmente hacia nuestros prójimos, porque el porteño necesita tener a alguien a quien superar. No importa cómo. Nos amontonamos para vernos, viajamos para que nos vean afuera, nos miramos, nos acercamos, para demostrar que fuimos, somos y seremos, para siempre, lo´ mejore´del mundo.



7 comentarios:

Horacio Gris dijo...

Acertada reflexión. Para constituir un "adentro" es necesario construir un "afuera". Uno no existe sin el otro: el "acá civilización" no existe sin un "allá salvaje" y un "porteño" no existe sin un "resto del mundo" Y así.
La trampa del narcisismo es que siempre se requiere de un espejo con el cual contemplarse...y ese espejo siempre está afuera, con lo cual uno se vuelve esclavo del afuera, del Otro. Yo lo vi con total claridad cuando hace unos meses pasamos por esos días en donde Capital se llenó de humo de la quema de pastizales. Uno leía las noticias por internet ¿y qué decían los comentaristas? En este diario cosas como estas
"206
jorgerre
18.04.08
18:34
Somos el papelón del mundo y sus alrededores. (...)"
O este:
"167
Macolio
18.04.08
14:35
Seguimos dando vergüenza internacional: primero las portados de D`elia y sus patoteros, ahora una cortina de humo..."
Este me da casi ternura
"121
esvazquez
18.04.08
12:47
He leído los materiales de la prensa extranjera linkeados en la nota aquí comentada por quien suscribe. Los he guardado en una de mis carpetas. Me avergüenza ser argentino."
Y los telecomunicadores explotan esa figura del Otro en un discurso anti-K, como muestra sin darse cuenta la siguiente comentarista de esta nota
"17-04-2008 07:09:59 hs | chechu escribió:
Tenenbaum en radio se preguntaba si podíamos imaginarnos una ciudad del primer mundo en esta situación... he podido estar varias veces en muchas de las principales ciudades y la verdad no puedo imaginarme algo así...
(...)"
La mayoría de las notas de La Nación están armadas de una manera en la que explotan ese "afuera".
Si queremos ir todavía más allá y nos enfocamos en el plano político y apuntamos a, por ejemplo, discursos que hablan de ser un gobierno "popular" y que buscan "soberanía" y los contrastamos con discursos de otro estilo, ¿cuál es el trasfondo? En el primer caso, al hablar de algo Popular, consiste en mirar para adentro en lugar de afuera ("el pueblo" antes que nada); en el segundo caso, al hablar de Soberanía, se trata de poder cagarse en el afuera, no depender de él. Y esas son dos cosas que, casualmente, no son Pro. Me fui por las ramas, pero bueno. La idea es esa: si bien siempre dependemos de un Otro, lo ideal es no depender tanto.

saludos

Anónimo dijo...

Es muy dificil salirse de la lógica que plantea agudamente la escritora del blog. Sin ir más lejos, el comentario del muchacho de arriba apunta a ser el mejor de todos. Debe ser porteño...

Pucha, mi comentario busca superarlo. Donde quedó mi sangre europea!!!!

Horacio Gris dijo...

Jaja está muy bien lo que dice Cronopio, aunque yo no apuntaba a que mi comentario fuera el mejor, yo quería que fuera el único.

saludos

Anónimo dijo...

Horacio, no te permito...

("Quién ríe último, ríe mejor")

Cua!

G dijo...

A ver, muchachos, si se me ponen en la fila, por favor... habráse visto..
Por otra parte, me quedé pensando en el tema de la "vergüenza de ser argentino" de aquellos lectores, usted que entiende de estos temas, Gris... ¿cómo se entiende el narcisismo ahí?
Saludillos

Horacio Gris dijo...

En la cabecita de esos lectores, el Otro se está riendo de ellos y eso les da vergüenza, sienten vergüenza de ellos mismos (por ser argentinos). A eso apuntás?

G dijo...

Sí, sí... pensaba por el lado que una conducta más típicamente porteña es: "por lo menos les jodimos la vida a los uruguayos, les mandamos humito", pero es cierto que una cosa no quita la otra. ;-)