Mirábamos la tele en la casa de mi viejo, en una imagen que hoy se me hace tan amarga que no puedo terminar de discernir cuánto de mi bajón personal por una posible -y probable- separación influyó, y cuánto la sensación era absolutamente asignable a aquellas imágenes que se iban haciendo nítidas a nuestra comprensión a medida que veíamos salir del cuartel, manos en alto, chicos y chicas como nosotros, que -veíamos y presumíamos- podían ser nuestros amigos, compañeros de facultad, de militancia, hasta nosotros mismos...
En los dibujitos animados el pasmo, el no entender lo que pasa, suele figurarse con personajes frotándose los ojos, como intentando correr un velo que muestra una fantasía que de ningún modo puede ser cierta. Nos hubiéramos restregado una y otra vez los ojos con furia, de haber sido -como en ese momento me hubiera gustado- dibujitos animados. Pero no éramos, no somos. Y por ser lo que somos necesitábamos primero discernir "estos-tipos-no-son-milicos", ir de a poco, ir todo lo de a poco que nuestra esperanza última de que no fuera lo que nos parecía que era demandaba. Y con todo ese de a poco darnos cuenta de que sí era, de que otra vez (y van...) depositar un deseo en una esperanza era estúpido, vano.
42 eran los pibes y 3.600 los efectivos de las fuerzas de seguridad, que tan "efectivos" fueron, como en otras épocas, como ahora mismo, que mataron a 28 y desaparecieron -como señal de que la amenaza de que todo puede volver siempre está presente- a 3.
A veces la historia, los procesos sociales, se "concentran", como si fueran un fluido que de tanto hervir va solidificándose sin perder -sino al contrario- sus propiedades.
El copamiento del regimiento de Tablada fue uno de esos hechos de nuestra historia que concentra, densifica: una política caduca, ya sin ideas, sin recursos. Una clase dominante despojada -y era sólo un atisbo de lo que se venía- de culpa y vergüenza, que recurría nuevamente a la más cruda represión como si realmente se hubiera encontrado amenazada. Una izquierda trasnochada que asumía para sí la representación del pueblo todo, como pretendiendo que nada había pasado a lo largo de la historia o que era posible con ese solo acto, redimirla. Un "progresismo" que se abrió de piernas horrorizado negando a todos y cada uno, echando nafta al fuego para que todo acabase más rápido y pudieran volver a dormir sin culpa, que nunca reclamó en este caso ni verdad ni justicia ni memoria. Unos jueces tan corruptos como lo siguen siendo y que cayeron con todo el peso de la ley -de su ley- contra pibes que en su mayoría nunca habían tocado un arma. Una derecha energúmena, que como tantas otras veces, se frotaba las manos y veía cómo, cual una ofrenda, esta acción les había ofrecido una de las mejores excusas para que ese año 1989 fuera el principio de otra era de mierda en la historia de nuestro maltrecho país.
3 comentarios:
El recuerdo del intento de copamiento al regimiento de La Tablada, es uno de esos tragos amargos de nuestra historia.
Saludos!!
La efemérides nos llega a todos y aunque son más las veces que sufrimos la efemeriditis, es tan inevitable como necesaria.
Esta vez, sin embargo, debo admitir que tu "breve presente" me confundió al principio. Pensé que hablabas de un suceso contemporáneo y asustéme. Luego dime cuenta y reflexioné que "todo tiempo pasado..." es un dicho de mierda.
Así es, candorosa, es más te diría: una espina atravesada y doliendo en la garganta.
Y Cronopio, asustástete como asustámonos nosotros, aunque nosotros con razón y vos al pepe (jee... lo que hubiera sido maravilloso es que algo así pasara y vos te enteraras por mi blog!)
El dicho será un dicho de mierda, concuerdo... pero siempre se puede estar peor, también... digo, pa bajar el entusiasmo, je.
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