Hace mil años vivíamos en otros mundos en los mismos breves presentes, aunque parezca al revés.
Diez, quince años, son mil años y siguen siendo breves presentes, pero vividos en otros mundos.
No recuerdo época en mi vida en que no me acompañara de forma persistente la conciencia de lo efímero y minúsculo de nuestras vidas, pobres almas tiradas a vivir en estas épocas y en estos lugares (así se iba a llamar este blog, Pobres Almas, pero suena triste, melancólico y oscuro, y no era el ánimo).
Bueno. En realidad entré porque esta encuesta va tan en la línea de la Sociología de mercadito que me acordé de este blog.
Y porque quería saber quién era yo hace mil años, porque nosotres, les de entonces, ya no somos les mismes.
Breves presentes
Signos de una época, de una edad. El hoy fugaz, sus antes y después. Estos días, estas gentes, aquellos mundos posibles.
31 diciembre 2019
08 marzo 2015
22 febrero 2015
09 febrero 2014
Pre FB
Yo siempre lo tomo como un privilegio, porque por más que el motivo y su efecto sean en un algo indeseables (el puto paso del tiempo), no deja de ser un privilegio. Sobre todo haber sido testigo (porque el tiempo también suele pasar al pedo, tanta gente ve una de diferentes edades a quienes el tiempo les ha pasado como la lluvia y sólo se alteran y afean -o resisten- físicamente).
Las generaciones suelen estar condicionadas por sus particularidades, la coyuntura en las que les tocó existir, la incidencia o no que ha tenido sobre ellas y recíprocamente (por eso hay "generaciones del" que han sido significativas en diversos ámbitos: intelectuales, culturales, políticos, a diferencia de otras que sólo han transcurrido).
De cualquier modo podríamos -rigurosamente dentro de los marcos de la sociología de mercadito- inventar tantas "generaciones del" (o si ya están inventadas usufructuarlas, con permiso) como quisiéramos, sobre todo en esta época de cambios tan rápidos en lo cultural y de sano irrespeto por los derechos de autor, cuando se puede.
Cuando éramos chicos (en los setenta, debo confesar), nos jactábamos ante nuestros mayores de haber nacido con televisión, "¿cómo hacían para divertirse con la radio"? preguntábamos divertidos quienes accedíamos a cuatro canales de televisión por aire, en blanco y negro y de 9 a 24, creo recordar. También solíamos pasar a recolectar amigos puerta a puerta y con nuestras bicis -la mía rodado 16- para andar toda la tarde por las veredas del barrio.
Es difícil transmitir eso a las generaciones posteriores.
Los mundos sociales y culturales se alteraron. Los mundos lúdicos se alteraron, las comunicaciones. Las relaciones personales, las prácticas sexuales, la economía, la opinión pública, los mecanismos de control, las prácticas de resistencia. Se alteró la educación, la transmisión, el deseo y sus formas de nunca satisfacerlo. Todo se alteró y miramos, todo es un remolino y nosotros absortos.
Hay gente de mi generación a quien le da igual, los peores. Quienes resisten desde la ignorancia o la indiferencia, como si vivieran en un mundo propio suspendido en la base de sus propias demandas. Todo cambió, todo se modificó, y ellos siguen inertes, extemporáneos.
Hay que identificar dónde hay rupturas y dónde continuidades en los procesos sociales, qué cosa es parte de lo mismo y qué viene realmente a romper un paradigma, una forma de hacer las cosas, un conjunto de relaciones existentes vinculadas, una cosmovisión definida sobre la realidad.
Los cambios en la comunicación son prepotentes y producen -y reproducen- prácticas sociales acordes. Nos vinculamos con los demás de formas distintas, trabajamos distinto, vivímos distinto.
Qué de eso forma parte del mismo proceso y a qué nivel opera.
Por ejemplo, recuerdo cuando supe que un archivo se podía mandar por mail. Yo vivía en Villa del Parque y complementaba mi triste salario docente transcribiendo apuntes del CBC que llevaba en bici al populoso barrio de la Boca, donde estaba la imprenta. Llegaba muriendo con los 35 grados del calor de febrero con los disquetes con el laburo hecho, para retirar los cassettes con el audio de las clases grabadas. Y había que volver.
El mundo del envío de archivos (más que los mails o poder navegar levemente, por esa época), por ejemplo, fue un antes y un después en el uso material -nunca mejor nombre- de la novedosa Internet.
Las formas de comunicación comercial, laboral, profesional, fueron alterándose rápidamente y eso significó, al menos, un cambio en algunas prácticas, si bien la persistencia de las tradicionales no deja de ser sorprendente (es extraño que existiendo en la actualidad condiciones óptimas para llevar a cabo determinados trabajos a distancia, se persista no solamente en la demanda presencial del trabajador, sino además, en un horario y cronograma tradicional, como si nada nunca hubiera sucedido, reproduciendo el estrés a que nos somete una realidad -que empeora, además- de tránsito, personas, horarios pico y maltratos).
Más allá de la paulatina hegemonización y masivización de las formas de comunicación y de su incidencia en las formas de llevar adelante prácticas específicas, no fue sino hasta la aparición de FB que ese cambio llegó a lo doméstico, a lo cotidiano y personal.
FB, él sí, propone un cambio de paradigma en las relaciones, no solamente en la forma de comunicación sino también en las prácticas sociales específicas.
(Aclaración: como este anotando se exime de analizar estas cuestiones desde la óptica de la sociología tradicional -sea cual ésta fuera-, se permite establecer una hipótesis del tipo "me da la impresión de que").
A mí me da la impresión de que el FB acciona a otro nivel, y por eso me permito reconocerme partícipe de una "generación pre-FB". No por franja etaria, ya que una de las características más impresionantes del FB es que rompió con una barrera de edad y mucha gente que nunca antes se había acercado a la utilización de recursos tecnológicos, comenzó a aprender FB, a utilizarlo. Una generación pre-FB porque cierta razón de existencia de FB nos deja afuera, a quienes nos deje, y paso a explicar.
El FB opera en una dimensión social-personal y pública, sobre todo pública. No creo que haya existido otra concepción de lo público -o mejor, otra relación entre lo público y lo privado- similar a esta que propone el FB, esa especie de intersección que no tenía modo de existencia anterior, porque no existía, por ejemplo, una plataforma capaz de mostrarle mi única foto a un montón de gente, incluso desconocidos o peor: conocidos de conocidos. Esa dimensión propone necesariamente formas sociales distintas, propone una ruptura en las relaciones sociales tradicionales en cuanto a su sustento en las formas materiales. Habría que preguntarse en función de estas relaciones sociales (desde la SM nos preguntamos) cuánto del "mundo FB" tendría sustento en esas "formas materiales" o sencillamente conforman exclusivos espacios de afinidad electiva cuyo soporte está dado por el "share" y la exhibición.
La generación de los que fuimos chicos en los setenta vivió en nuestros países una época loca, de tiros líos y cosha golda, un agite agite posta, no un agitecito como estos que horrorizan a nuestras mal acostumbradas y peor educadas clases medias propietarias y prepotentes. Agite que significaba miedo miedo miedo miedo intenso de mirar el diario, miedo de las caras de nuestros padres, miedo de ir a la escuela, de la maestra. Generación que fue adolescente sobre el final de la dictadura y su primera transición, que fue testigo del cambio político más importante que tuvimos como país, entrando a montones a las universidades, militancias barriales o universitarias o sociales (conociendo allí mismo a los otros militantes, los "viejos", los que venían de la repre), el mundo a nuestros pies, aunque persistiera el miedo y persistió hasta no hace tanto, es difícil transmitir eso. Una vez me llamaron por teléfono a las 3 de la mañana (ya habían convocado a elecciones) al departamento que compartía con una amiga, felicitándome por la pintada que habíamos hecho en el paredón de José María Moreno. Es cierto que estaba linda, pero nos moríamos de miedo, todavía no tenía 20 años. Eran habituales los llamados, los autos cerca, estilo "Pensé que se trataba de cieguitos". Siempre hablábamos de los servicios, así, los servicios. No sé por qué no hablamos hoy de los servicios, si siguen existiendo, pero en esa época bueno, eran peores, pongámosle.
Hasta las leyes de impunidad y los indultos el miedo a los servicios persistía, y vino Tablada que dicen también que fue una cama de los servicios de inteligencia, pero qué sé yo.
Estuviera una donde estuviera, esté una donde esté, "mostrarse", no es una de las mejores ideas para gente de mi generación, por más que las cosas hayan cambiado. He aquí un límite, que no tiene exclusivamente que ver con la seguridad sino además y más bien con la privacidad. FB propone un lugar en el que los actos privados se convierten en públicos. Siempre de acuerdo y en la medida del usuario, claro, pero de un usuario tipo de esos a los que les gusta exhibirse.
Mucha gente de mi edad que conozco se disculpa por usar FB y muchos lo tienen por algún sano pero inconfesado afán voyeur de espiar pretendiendo no ser visto. Lo que uno quiere de la vida de uno (y lo que uno no quiere, claro) se publica en FB. Se publica lo publicable. Me podrán decir que es lo mismo que tuiter, o linkedín, o cualquier red social, y sin embargo no. Porque opera más en lo doméstico y en lo cotidiano, en lo familiar y afectivo, exhibido (que sea a veces incluso pese a nuestros deseos es una regla del mismo juego).
Mirar y ser mirado, vaya virtud de esta época.
FB cumple diez años y te propone un video en el que la importancia de las cosas que subiste la dirimen los votos, su publicidad, la cantidad de veces que fue visto y gustado. Es la sorpresa que preparó la gente de FB para sus usuarios. Y como el usuario siempre elige, vos podés o no compartirlo, pero ahí está, a tu alcance y al alcance de todos los que te conocen y te admiran.
Me considero pre-FB porque no puedo con él, porque me asusta y me abruma, porque me instala en mundos sociales de los cuales prefiero prescindir (de los que una debería elegir no formar parte), porque me superan las relaciones familiares.
Soy pre FB por discreción y vergüenza.
Y porque prefiero no confundir lo que somos con lo que decimos que somos.
Las generaciones suelen estar condicionadas por sus particularidades, la coyuntura en las que les tocó existir, la incidencia o no que ha tenido sobre ellas y recíprocamente (por eso hay "generaciones del" que han sido significativas en diversos ámbitos: intelectuales, culturales, políticos, a diferencia de otras que sólo han transcurrido).
De cualquier modo podríamos -rigurosamente dentro de los marcos de la sociología de mercadito- inventar tantas "generaciones del" (o si ya están inventadas usufructuarlas, con permiso) como quisiéramos, sobre todo en esta época de cambios tan rápidos en lo cultural y de sano irrespeto por los derechos de autor, cuando se puede.
Cuando éramos chicos (en los setenta, debo confesar), nos jactábamos ante nuestros mayores de haber nacido con televisión, "¿cómo hacían para divertirse con la radio"? preguntábamos divertidos quienes accedíamos a cuatro canales de televisión por aire, en blanco y negro y de 9 a 24, creo recordar. También solíamos pasar a recolectar amigos puerta a puerta y con nuestras bicis -la mía rodado 16- para andar toda la tarde por las veredas del barrio.
Es difícil transmitir eso a las generaciones posteriores.
Los mundos sociales y culturales se alteraron. Los mundos lúdicos se alteraron, las comunicaciones. Las relaciones personales, las prácticas sexuales, la economía, la opinión pública, los mecanismos de control, las prácticas de resistencia. Se alteró la educación, la transmisión, el deseo y sus formas de nunca satisfacerlo. Todo se alteró y miramos, todo es un remolino y nosotros absortos.
Hay gente de mi generación a quien le da igual, los peores. Quienes resisten desde la ignorancia o la indiferencia, como si vivieran en un mundo propio suspendido en la base de sus propias demandas. Todo cambió, todo se modificó, y ellos siguen inertes, extemporáneos.
Hay que identificar dónde hay rupturas y dónde continuidades en los procesos sociales, qué cosa es parte de lo mismo y qué viene realmente a romper un paradigma, una forma de hacer las cosas, un conjunto de relaciones existentes vinculadas, una cosmovisión definida sobre la realidad.
Los cambios en la comunicación son prepotentes y producen -y reproducen- prácticas sociales acordes. Nos vinculamos con los demás de formas distintas, trabajamos distinto, vivímos distinto.
Qué de eso forma parte del mismo proceso y a qué nivel opera.
Por ejemplo, recuerdo cuando supe que un archivo se podía mandar por mail. Yo vivía en Villa del Parque y complementaba mi triste salario docente transcribiendo apuntes del CBC que llevaba en bici al populoso barrio de la Boca, donde estaba la imprenta. Llegaba muriendo con los 35 grados del calor de febrero con los disquetes con el laburo hecho, para retirar los cassettes con el audio de las clases grabadas. Y había que volver.
El mundo del envío de archivos (más que los mails o poder navegar levemente, por esa época), por ejemplo, fue un antes y un después en el uso material -nunca mejor nombre- de la novedosa Internet.
Las formas de comunicación comercial, laboral, profesional, fueron alterándose rápidamente y eso significó, al menos, un cambio en algunas prácticas, si bien la persistencia de las tradicionales no deja de ser sorprendente (es extraño que existiendo en la actualidad condiciones óptimas para llevar a cabo determinados trabajos a distancia, se persista no solamente en la demanda presencial del trabajador, sino además, en un horario y cronograma tradicional, como si nada nunca hubiera sucedido, reproduciendo el estrés a que nos somete una realidad -que empeora, además- de tránsito, personas, horarios pico y maltratos).
Más allá de la paulatina hegemonización y masivización de las formas de comunicación y de su incidencia en las formas de llevar adelante prácticas específicas, no fue sino hasta la aparición de FB que ese cambio llegó a lo doméstico, a lo cotidiano y personal.
FB, él sí, propone un cambio de paradigma en las relaciones, no solamente en la forma de comunicación sino también en las prácticas sociales específicas.
(Aclaración: como este anotando se exime de analizar estas cuestiones desde la óptica de la sociología tradicional -sea cual ésta fuera-, se permite establecer una hipótesis del tipo "me da la impresión de que").
A mí me da la impresión de que el FB acciona a otro nivel, y por eso me permito reconocerme partícipe de una "generación pre-FB". No por franja etaria, ya que una de las características más impresionantes del FB es que rompió con una barrera de edad y mucha gente que nunca antes se había acercado a la utilización de recursos tecnológicos, comenzó a aprender FB, a utilizarlo. Una generación pre-FB porque cierta razón de existencia de FB nos deja afuera, a quienes nos deje, y paso a explicar.
El FB opera en una dimensión social-personal y pública, sobre todo pública. No creo que haya existido otra concepción de lo público -o mejor, otra relación entre lo público y lo privado- similar a esta que propone el FB, esa especie de intersección que no tenía modo de existencia anterior, porque no existía, por ejemplo, una plataforma capaz de mostrarle mi única foto a un montón de gente, incluso desconocidos o peor: conocidos de conocidos. Esa dimensión propone necesariamente formas sociales distintas, propone una ruptura en las relaciones sociales tradicionales en cuanto a su sustento en las formas materiales. Habría que preguntarse en función de estas relaciones sociales (desde la SM nos preguntamos) cuánto del "mundo FB" tendría sustento en esas "formas materiales" o sencillamente conforman exclusivos espacios de afinidad electiva cuyo soporte está dado por el "share" y la exhibición.
La generación de los que fuimos chicos en los setenta vivió en nuestros países una época loca, de tiros líos y cosha golda, un agite agite posta, no un agitecito como estos que horrorizan a nuestras mal acostumbradas y peor educadas clases medias propietarias y prepotentes. Agite que significaba miedo miedo miedo miedo intenso de mirar el diario, miedo de las caras de nuestros padres, miedo de ir a la escuela, de la maestra. Generación que fue adolescente sobre el final de la dictadura y su primera transición, que fue testigo del cambio político más importante que tuvimos como país, entrando a montones a las universidades, militancias barriales o universitarias o sociales (conociendo allí mismo a los otros militantes, los "viejos", los que venían de la repre), el mundo a nuestros pies, aunque persistiera el miedo y persistió hasta no hace tanto, es difícil transmitir eso. Una vez me llamaron por teléfono a las 3 de la mañana (ya habían convocado a elecciones) al departamento que compartía con una amiga, felicitándome por la pintada que habíamos hecho en el paredón de José María Moreno. Es cierto que estaba linda, pero nos moríamos de miedo, todavía no tenía 20 años. Eran habituales los llamados, los autos cerca, estilo "Pensé que se trataba de cieguitos". Siempre hablábamos de los servicios, así, los servicios. No sé por qué no hablamos hoy de los servicios, si siguen existiendo, pero en esa época bueno, eran peores, pongámosle.
Hasta las leyes de impunidad y los indultos el miedo a los servicios persistía, y vino Tablada que dicen también que fue una cama de los servicios de inteligencia, pero qué sé yo.
Estuviera una donde estuviera, esté una donde esté, "mostrarse", no es una de las mejores ideas para gente de mi generación, por más que las cosas hayan cambiado. He aquí un límite, que no tiene exclusivamente que ver con la seguridad sino además y más bien con la privacidad. FB propone un lugar en el que los actos privados se convierten en públicos. Siempre de acuerdo y en la medida del usuario, claro, pero de un usuario tipo de esos a los que les gusta exhibirse.
Mucha gente de mi edad que conozco se disculpa por usar FB y muchos lo tienen por algún sano pero inconfesado afán voyeur de espiar pretendiendo no ser visto. Lo que uno quiere de la vida de uno (y lo que uno no quiere, claro) se publica en FB. Se publica lo publicable. Me podrán decir que es lo mismo que tuiter, o linkedín, o cualquier red social, y sin embargo no. Porque opera más en lo doméstico y en lo cotidiano, en lo familiar y afectivo, exhibido (que sea a veces incluso pese a nuestros deseos es una regla del mismo juego).
Mirar y ser mirado, vaya virtud de esta época.
FB cumple diez años y te propone un video en el que la importancia de las cosas que subiste la dirimen los votos, su publicidad, la cantidad de veces que fue visto y gustado. Es la sorpresa que preparó la gente de FB para sus usuarios. Y como el usuario siempre elige, vos podés o no compartirlo, pero ahí está, a tu alcance y al alcance de todos los que te conocen y te admiran.
Me considero pre-FB porque no puedo con él, porque me asusta y me abruma, porque me instala en mundos sociales de los cuales prefiero prescindir (de los que una debería elegir no formar parte), porque me superan las relaciones familiares.
Soy pre FB por discreción y vergüenza.
Y porque prefiero no confundir lo que somos con lo que decimos que somos.
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Hoy,
Lo público y lo privado,
Sociologia de mercadito
24 abril 2012
Y los vamos perdiendo,
quizás porque abominamos la posibilidad de vernos a través de ellos transcurrir inexorablemente,
o porque se nos presentan como piezas de un museo vital, nuestro pasado. Estáticos, odiosos, desafiantes.
O porque, como todo, esto también se gasta.
O porque, a veces pasa, irrumpen otros gustos, otros deseos, otras expectativas.
El amigo, un blog, algún amor, estas palabras.
quizás porque abominamos la posibilidad de vernos a través de ellos transcurrir inexorablemente,
o porque se nos presentan como piezas de un museo vital, nuestro pasado. Estáticos, odiosos, desafiantes.
O porque, como todo, esto también se gasta.
O porque, a veces pasa, irrumpen otros gustos, otros deseos, otras expectativas.
El amigo, un blog, algún amor, estas palabras.
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